Un puño de tezontle en mi pecho.
Mi corazón, piedra roja,
horadada en cuevas infinitas.
En el dédalo giran por siempre
los mineros que lo taladraron de penas.
Fantasmas de piedra pómez,
zarabanda tensa, tan seca,
zumbando, sístole y diástole,
en mi corazón de tezontle.
***
Una gota
cayendo entre mis piernas.
Lluvia verde.
Ya mi juventud se fue.
Ya no te veo,
poeta convertido
en ajenjo.
Se desliza sobre mis estrías, pliegues telúricos.
la copa de absenta, leche feérica.
Niña con alas.
Vieja borracha.
Semen verde, savia, corre por mis muslos.
El poeta lame despacio esa lluvia tierna.
***
Hay sirenas
con ojos verdes,
verdes como el ácido verde limón,
buscan los condones
que flotan en las alcantarillas.
Los recogen y los sorben
imaginando que quedan embarazadas.
Y cantan mientras chupan los condones
cantan nanas a sus nohijos nonatos.
***
Mi vida es conducir a trompicones
por una carretera
sembrada de perros muertos.
Pasar por encima de vísceras, sesos, huesitos que crujen.
Tratar de conducir sin estrellarme, y sin abrir los ojos
para no ver los cadáveres.
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