XXIV Feria Internacional del Libro
Exprimiendo las cifras oficiales o de cómo Messi derrota a Cortázar
Los días de La Habana en la XXIV Feria Internacional del Libro quedaron atrás, enterrados en el recuerdo de un ambiguo febrero de 2015, que no se las dio de frío ni llegó a levantar calor. Pero comoquiera que la celebración máxima de la literatura en Cuba se largó de la capital sólo para continuar viaje hacia el resto de la isla durante marzo y abril, me siento tentado a compartir unas impresiones personales, incluso a riesgo de que me llamen “aguafiesta”…
Les cuento que únicamente pisé los predios de la Fortaleza de La Cabaña a la altura del viernes 20 (el evento habanero arrancó el 12 de febrero y culminaría el 22). No por desidia o ganas de zafarme este año del carnaval; en verdad, porque me ocuparon en paneles sobre esto y de lo otro, por los polos alternativos: el Pabellón Cuba, el Centro Loynaz. Así que caí en la sede principal ya en uno de sus días postreros y pasadas las 3 PM.
Tarde llegaba para la presentación del libro de un amigo colombiano y, si bien no me paré esta vez a masticar, o acaso contemplar las rebatiñas en las carpas con ofertas de pollos o sándwiches; en cambio, la curiosidad me detuvo frente a unos tenderetes con mercancía sui generis, ajena, pensé yo, al “espíritu ilustrado” de la cita.
Neymar, Cristiano Ronaldo y Leonel Messi eran los “autores” bajo esos toldos, aunque ni siquiera en biografías de tapa dura y divulgadoras del arduo camino hacia el cielo futbolístico. Las estrellas llegaron representadas en afiches, gorras, mochilas, chamarras, con su imagen o los emblemas de sus clubes. Y a un precio acorde, supongo, al valor de sus fichajes en el Barça y el Madrid: las playeras, por ejemplo, alcanzaban los 15 CUC1. El hecho más interesante, sin embargo, es que hablo de oídas, pues todos esos artículos ya estaban agotados cuando llegué. Subsistían, apenas, unos minúsculos posters del Lio al costo de 3 CUC.
Son un “señuelo”, una trampilla para atraer a los jóvenes, me dije de consuelo y seguí hacia la librería en busca de un volumen biográfico de Mario Goloboff dedicado a Julio Cortázar, recién editado por la cubana Editorial Arte y Literatura. Ahí lo encontré, fácil, en los anaqueles abarrotados, un título más entre toneladas de papel.
Eso me dio que pensar en un duelo de argentinos: Messi vs. Cortázar. And the winner is… Soy fanático del fútbol y de Messi; pero aún así me dolió que el autor de Rayuela perdiera por goleada.
Por tal razón no acepté tragarme ingenuo, o deslumbrado, la pomposidad de las cifras oficiales; me sobrepuse a la náusea ante las matemáticas y me empeñé en desmenuzarlas. He aquí mi análisis:
El reporte del diario Granma del 22 de febrero titulado “La feria no se acaba”, anunció jubiloso que el capítulo habanero cerraba con “un total de 312 359 visitantes, alrededor de 1 400 más que el año anterior”, y que se habían comercializado “más de 428 000 ejemplares”.
Ahora bien, como la población de La Habana (según asegura censo de 2012), es de 2.106.646 habitantes, una simple división arroja que la cantidad de capitalinos que se fue de Feria es el 14.8 % (dígitos que no me lucen extraordinarios en una ciudad donde no sobran precisamente las actividades o los escenarios propicios hasta para acoger a familias enteras).
Y si fraccionamos la cuantía de ejemplares vendidos (428 000) entre el número de visitantes, obtenemos un número aún menos halagüeño: 1.37, poco más de un libro por persona. Cuando, encima, hay que admitir que el verdadero amante de la lectura suele acaparar ingentes cantidades de libros para todo el año; por lo cual, si descontamos a esos voraces, podríamos concluir que hubo tantísimos que pisaron la Feria y se retiraron acaso con el estómago lleno y un 10 del Barça a la espalda, pero 0 libro bajo el brazo.
En otro artículo de prensa salido por estos días, la directora del Instituto Cubano del Libro, Zuleica Romay, aseveraba que se habían producido nada menos que “5 000 000” de tomos para comercializar en la Feria. De manera que si restamos a ese número la cantidad ya vendida en La Habana, nos da una disponibilidad de 4 572 000 libros para ser “consumidos” en las demás provincias.
Entonces, si hacemos una extrapolación a partir de los guarismos capitalinos —un 15% de visitantes y 1,4 libros X persona, redondeando las cifras— contando con que se repitan a lo largo de la isla; al final se obtendría que 1 675 098 cubanos (del total de 11 millones 167 mil 325 habitantes, según censo de 2012) visitarían la Feria del Libro y se venderían 2 294 885 millones de ejemplares.
Lo cual dejaría sin dueños a más de la mitad de los libros producidos, un número más que cuantioso: 2 705 115, donde hay mucho dinero invertido, y cuyo destino triste es pasar a engrosar el inventario de almacenes y cubrirse de polvo en unas librerías abúlicas, de insuficiente o nula programación cultural que atraiga al público. Y en las que, para colmo, no habrá ni esas camisetas de Lio Messi que, al parecer de algunos, sirven de carnada.
Julio Cortázar seguirá perdiendo.
NOTA
1. Aproximadamente 15 euros. El CUC es la moneda libremente convertible que circula junto a la moneda nacional corriente. Al cambio oficial, 1 CUC = 25 pesos cubanos. O sea, 15 CUC son 375 pesos cubanos. Un salario aceptable en Cuba (que se paga en pesos y no en CUC) ronda los 20 CUC.
Rafael Grillo. (La Habana, 1970). Escritor y periodista.
Rafael Grillo (La Habana, 1970): Escritor y periodista. Jefe de Redacción de la revista El Caimán Barbudo y fundador de la web literaria Isliada. Licenciado en Psicología y Diplomado en Periodismo. Imparte cursos de técnicas narrativas en la Universidad de La Habana y otras instituciones. Ha publicado las novelas Historias del Abecedario y Asesinos ilustrados (Premio Luis Rogelio Nogueras 2009), los libros de ensayo Ecos en el laberinto y La revancha de Sísifo y el volumen de crónicas Las armas y el oficio (Premio Fundación de la Ciudad de Santa Clara 2008). Incluido en numerosas antologías; las más recientes: El silencio de los cristales. Cuentos sobre la emigración cubana; Tres toques mágicos. Antología de la minificción cubana y Island in the Ligth / Isla en la luz (bilingüe, publicado por The Jorge Pérez Foundation, Miami). Como antologador participó en L@s nuev@s caníbales. Antología del microcuento del Caribe Hispano (2015) y es el responsable de la “Trilogía de las Islas” conformada por Isla en negro. Historias de crimen y enigma (2014); Isla en rojo. Historias cubanas de vampiros y otras criaturas letales (2016); Isla en rosa. Historias cubanas del amor y sus desdichas (2016). En 2018 recibió con Isla en rojo el Premio del Lector, que se entrega a los libros más leídos del año. En 2020 participó en la novela colectiva Mirar, sufrir, gozar… La Habana y vio la luz su volumen de relatos Revolicuento.com.