El Departamento Uno es el elemento más importante de la estructura; tiene la misión de hallar los sitios donde existan piedras. Atendiendo al carácter continuado (y a pesar de todo algo errático) del proceso, las piedras han comenzado a escasear y los expertos de esta área deben esforzarse para encontrar un buen sitio.
El Departamento Dos tiene la tarea, a todas luces titánica, de transportar las piedras desde el sitio de origen hasta el de destino. Una flota de transportes terrestres, marítimos y aéreos asegura con eficiencia este cometido, flota que actúa con reconocida disciplina y absoluta seriedad.
El Departamento Tres recibe las piedras y tiene a su cargo el cuidado y almacenaje, todo eso hasta que los clasificadores del Departamento Cuatro arriban al sitio y comienzan su difícil labor. Estos hombres, concienzudos y enigmáticos, clasifican cada piedra atendiendo a color, peso, tamaño y constitución química; ya sea basalto, mármol, granito o feldespato. Una vez debidamente clasificadas, las piedras son introducidas en una cámara donde por diez días son sometidas a muy bajas temperaturas con el fin de eliminar plagas. Si ello no bastara, se les desinfecta con bromuro de metilo en proporción capaz de causar la muerte a un elefante. Esto ya lo hace el Departamento Cinco que goza de vasta credibilidad puesto que jamás piedra alguna ha sido detectada como portadora de plagas una vez concluida esta fase.
El Departamento Seis está constituido por un grupo de expertos que juzga y da fe de la total calidad de cada ejemplar de piedra. Una vez certificado lo anterior se emite un documento con las debidas diligencias, documento que debe ser firmado por cada uno de los participantes.
El Departamento Siete no es menos importante, tiene la responsabilidad de estibar las piedras sobre transportes destinados a esos efectos, operación que debe observar normas muy estrictas. Antes, sin embargo, las piedras deben ser embaladas al vacío en sacas de dobles protección, impermeables, de polietileno de alta densidad.
El Departamento Ocho transporta las piedras bajo extremo cuidado con el ánimo de que no se reporten averías o pérdidas. Todo acontecimiento de esa naturaleza es catalogado como grave y se investiga con meticulosidad.
El Departamento Nueve vigila las vías para asegurar no existan elementos que las obstaculicen, de esa manera garantiza la seguridad del proceso, sus miembros son los más fuertes y sagaces. Esta resulta una actividad gratificante y debidamente retribuida.
El Departamento Diez descarga las piedras con gran cuidado en los sitios de destino final. Debe velar porque tales sitios coincidan en cada caso con los sitios primarios en los cuales fue hallada cada piedra para, de tal suerte, no dañar el ecosistema. Es precisamente en este último departamento donde se concentran las quejas, la región se ha ido quedando sin piedras lo que incide negativamente en la continuidad del ciclo. Se sospecha de la existencia de un grupo secreto, una red cuya actuación se concentra en el desvío de las piedras, en impedir que estas arriben al sitio inicial del cual fueron tomadas.
Esto ya constituye un problema de seguridad nacional.
Para enfrentarlo se ha decidido la creación del Departamento Once.