Ruy González de Clavijo. Nacido en Madrid a finales del siglo XIV en una familia noble de origen toledano, destacó como diplomático real de los reyes Juan I, Enrique III y Juan II de Castilla, lo que le permitió desempeñar importantes cargos y misiones diplomáticas. Sin embargo, su mayor logro fue la embajada que llevó a cabo por orden de Enrique III ante la corte del sultán Temür, más conocido como Tamerlán, con el objetivo de forjar una alianza contra el Imperio otomano, que representaba una amenaza para la cristiandad.
El 21 de mayo de 1403, Clavijo partió de El Puerto de Santa María acompañado por un consejero de Tamerlán, Mohamad Alcagí, y una docena de hombres, entre ellos fray Alonso Páez de Santa María y Gómez de Salazar, que falleció durante el trayecto. La embajada, que duró más de un año y medio, les llevó por mar y por tierra a través de distintos lugares, como Tánger, Málaga, Cartagena, Ibiza, Messina, Rodas, Chíos, Gallípoli, Constantinopla, Trebisonda, Erzurum, Tabriz, Teherán, Bukhara y Samarcanda, donde Clavijo llegó el 8 de septiembre de 1404 y fue recibido por Tamerlán, quien le mostró su impresionante corte y le invitó a participar en sus festividades y ceremonias.
En su crónica, Vida y hazañas del gran Tamorlán con la descripción de las tierras de su imperio y señorío, Clavijo describió con detalle las costumbres, paisajes, monumentos y eventos históricos de las tierras que atravesaba. Asimismo, le entregó a Tamerlán los regalos que traía del rey castellano, como caballos andaluces, paños finos, armas y joyas, a cambio de su amistad y ayuda contra los turcos otomanos. Sin embargo, Clavijo pronto se dio cuenta de que su misión había sido en vano, ya que Tamerlán estaba más interesado en expandir su imperio hacia China que hacia Europa.
El regreso de Clavijo, que emprendió el 21 de noviembre de 1404, fue más rápido y seguro que su viaje de ida. A su llegada a Madrid el 2 de abril de 1412, después de casi nueve años fuera de España, se enteró de que Enrique III había fallecido en 1406 y que su hijo Juan II había ascendido al trono. Clavijo murió poco después de su regreso, dejando como legado su excepcional crónica, que se convirtió en una fuente invaluable para el conocimiento del mundo oriental en la Edad Media.
En conclusión, Ruy González de Clavijo fue un hombre valiente e inteligente que supo adaptarse a las circunstancias más difíciles y aprovechar las oportunidades que se le presentaron. Su biografía es un ejemplo de aventura y diplomacia al servicio del rey y del país.