Rafael Arévalo Martínez. Nacido el 25 de julio de 1884 en la vibrante Ciudad de Guatemala, emergió como uno de los literatos más influyentes de su país. A pesar de una infancia marcada por la fragilidad y la timidez, encontró en la literatura un refugio y una voz poderosa. Su educación formal se vio truncada por problemas de salud, pero su pasión por las letras lo llevó a convertirse en una figura central de la "generación del 10", un grupo de artistas y escritores que revolucionaron la literatura guatemalteca del siglo XX.
Este ilustre grupo incluía nombres como Carlos Mérida, Rafael Yela Günther y Jaime Sabartés, el amigo cercano de Picasso. Juntos, Arévalo Martínez y sus compañeros rompieron con el Modernismo y abrieron caminos hacia nuevas tendencias literarias. A pesar de su formación autodidacta, Arévalo Martínez se destacó por su maestría en la gramática, guiando a futuros escritores guatemaltecos con sus valiosos consejos.
Sus primeras incursiones en el mundo literario comenzaron en 1905 con la publicación de su primer poema. En 1908, ganó el primer premio en un concurso de cuentos con "Mujer y niños". En 1913, cofundó la revista "Juan Chapín", que se convirtió en el órgano principal de la "generación del Cometa". Arévalo Martínez no solo escribía para periódicos y revistas locales, sino que también dejó su huella en publicaciones internacionales, destacándose como una voz importante en la región.
Entre sus logros se destaca su presidencia en el Ateneo Guatemalteco y su prolongado mandato como director de la Biblioteca Nacional de Guatemala, cargos desde los cuales promovió el enriquecimiento cultural del país. En 1921, fue elegido miembro correspondiente de la Real Academia Española, y en 1945, representó a Guatemala en la Unión Panamericana.
Su obra más célebre, "El hombre que parecía un caballo", explora la complejidad humana a través de personajes profundamente elaborados, y se considera una de las precursoras del realismo mágico. Este libro, que algunos críticos creen que está basado en el poeta colombiano Porfirio Barba Jacob, refleja la habilidad de Arévalo Martínez para mezclar la realidad con lo fantástico de manera sutil y evocadora.
La carrera de Arévalo Martínez también estuvo marcada por su relación ambigua con los dictadores Manuel Estrada Cabrera y Jorge Ubico. Inicialmente, elogió a ambos líderes, pero tras sus caídas, los criticó duramente en sus obras "¡Ecce Pericles!" y "Ubico". Estas obras no solo denunciaban a los dictadores, sino también a los escritores que los adularon, destacando la valentía y la complejidad de su postura política.
Rafael Arévalo Martínez falleció el 12 de junio de 1975, dejando un legado imborrable en la literatura guatemalteca. Su vida y obra continúan siendo un faro de inspiración para escritores y lectores, un testimonio de la fuerza transformadora de las letras y la perseverancia frente a la adversidad.