De Julius Cornelius Schaarwächter
Henrik Ibsen. Dramaturgo y poeta noruego. Nació el 20 de marzo de 1828 en Skien, una ciudad costera de Noruega. Su padre era un comerciante que se arruinó cuando Henrik tenía ocho años, lo que provocó una crisis familiar y el traslado a una granja en las afueras. Henrik tuvo una infancia difícil, marcada por la pobreza, la religiosidad de su madre y el aislamiento social. A los 15 años abandonó los estudios y se fue a trabajar como aprendiz de farmacéutico en Grimstad, donde empezó a interesarse por la literatura y a escribir sus primeros poemas y dramas.
En 1850 se mudó a Cristianía (hoy Oslo), la capital del país, con la intención de estudiar medicina, pero pronto se dedicó por completo a su vocación literaria. Publicó su primera obra, Catilina, bajo el seudónimo de Brynjolf Bjarme, pero no tuvo éxito ni crítica ni público. En 1851 consiguió un trabajo como director y dramaturgo del Teatro Nacional de Bergen, donde adquirió experiencia y prestigio. Allí escribió varias obras de tema histórico y nacionalista, como Los pretendientes de la corona o La fiesta en Solhaug.
En 1857 regresó a Cristianía para dirigir el Teatro Noruego, donde continuó su labor teatral y se casó con Suzannah Thoresen, con quien tuvo un hijo, Sigurd. Sin embargo, en 1862 el teatro cerró por problemas económicos y Ibsen decidió marcharse al extranjero. Inició así un largo exilio de 27 años por Italia y Alemania, donde escribió sus obras más famosas y revolucionarias.
En este período, Ibsen abandonó el romanticismo y el nacionalismo de sus primeras obras y se convirtió en el padre del realismo y el naturalismo teatral. Sus dramas reflejaban los conflictos sociales y morales de su época, cuestionando los valores victorianos, la hipocresía burguesa, el papel de la mujer y la libertad individual. Algunas de sus obras más representativas de esta etapa son Brand (1866), Peer Gynt (1867), Casa de muñecas (1879), Espectros (1881), Un enemigo del pueblo (1882), El pato silvestre (1884), Hedda Gabler (1890) o La casa de Rosmer (1886).
En 1891 Ibsen regresó a Noruega, ya consagrado como uno de los grandes maestros del teatro universal. Allí escribió sus últimas obras, que tienen un carácter más simbólico y poético que las anteriores. Entre ellas destacan El maestro constructor (1892), Pequeño Eyolf (1894), Juan Gabriel Borkman (1896) o Cuando despertemos los muertos (1899).
Ibsen murió el 23 de mayo de 1906 en Cristianía, a causa de un derrame cerebral. Fue enterrado con honores de jefe de Estado y su legado sigue vigente hoy en día. Sus obras han sido traducidas a numerosos idiomas y representadas en todo el mundo, influyendo en generaciones de dramaturgos posteriores. Ibsen es considerado el precursor del teatro moderno y un referente de la cultura noruega y universal.