George Bernard Shaw. (1856-1950) emerge como una figura literaria y cultural de imponente envergadura en la historia del teatro y la crítica. Nacido en Dublín, Shaw dejó una huella indeleble en la escena literaria y política occidental durante casi un siglo. Su vasta producción dramática, que supera las sesenta obras, incluye piezas icónicas como "Hombre y superhombre," "Pigmalión," y "Santa Juana," que revelan su genialidad creativa y perspicacia intelectual.
Shaw se destacó tanto como dramaturgo como crítico, y su influencia perdura en el teatro contemporáneo. Inspirado por Henrik Ibsen, introdujo un nuevo realismo en el teatro en lengua inglesa, fusionando sus obras con sus opiniones políticas, sociales y religiosas. Su estrecha relación con la Sociedad Fabiana lo catapultó como un destacado propagandista de sus ideales. A lo largo de su carrera, Shaw cosechó éxitos como "El comandante Bárbara" y "El dilema del doctor," consolidando su estatus como el principal dramaturgo de su generación.
Sin embargo, Shaw no era solo un hombre de teatro. Sus opiniones controvertidas lo hicieron un personaje destacado en la vida pública. Defendió la eugenesia y promovió su propio alfabeto, mientras que cuestionaba la religión organizada y la vacunación. Durante la Primera Guerra Mundial, se hizo impopular al criticar a ambos bandos. Trasladó su ciudadanía a Irlanda y adoptó una postura ambigua en la política británica en Irlanda en la posguerra.
George Bernard Shaw, quien rechazó honores estatales, sigue siendo un pilar de la literatura y la crítica. Su legado perdura como uno de los dramaturgos más influyentes en lengua inglesa, dejando una profunda huella en generaciones posteriores de escritores. Shaw es, sin lugar a dudas, un faro intelectual que ilumina las vastas aguas de la literatura y la cultura occidental.