Esopo

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Esopo. Fue un escritor griego que vivió entre los siglos VII y VI a.C. Se le atribuye la invención de la fábula, un género literario que consiste en un relato breve, generalmente protagonizado por animales que hablan y actúan como humanos, que tiene una intención didáctica y moral. Las fábulas de Esopo se caracterizan por su sencillez, su humor y su ironía.

La vida de Esopo está envuelta en el misterio y la leyenda. No se sabe con certeza dónde ni cuándo nació, ni cómo era su aspecto físico. Según diferentes fuentes antiguas, pudo haber sido originario de Frigia, una región de Asia Menor; de Tracia, una zona al norte de Grecia; de Samos, una isla del mar Egeo; de Egipto o de Sardes, la capital del reino de Lidia. Tampoco se conoce con exactitud la fecha de su nacimiento y muerte, aunque se suele situar en torno al siglo VI a.C.

Lo que sí parece seguro es que Esopo fue esclavo de Janto, un filósofo de Samos, que quedó impresionado por su ingenio y su habilidad para contar historias con moraleja. Janto le otorgó la libertad y Esopo se convirtió en un hombre libre que viajó por diferentes lugares del mundo antiguo. Entró al servicio del rey Creso de Lidia, que lo apreciaba por su sabiduría y lo envió a varias misiones diplomáticas. Una de ellas fue a Delfos, donde debía consultar el oráculo de Apolo y ofrecer sacrificios y regalos en nombre del rey.

Sin embargo, en Delfos Esopo se encontró con la codicia y la corrupción de los sacerdotes del templo, que querían quedarse con las riquezas que traía. Esopo les reprochó su comportamiento y les negó los dones que Creso había destinado al pueblo delfio. Los sacerdotes, furiosos, idearon una trampa para vengarse: escondieron una copa sagrada entre las pertenencias de Esopo y lo acusaron de haberla robado. Esopo fue condenado a muerte y arrojado desde una roca. Los delfios se arrepintieron más tarde de su crimen y ofrecieron una compensación a los descendientes de Esopo.

Las fábulas de Esopo se transmitieron oralmente durante siglos y fueron recogidas por escritores posteriores como Fedro, un liberto romano del siglo I d.C., y Babrio, un autor griego del siglo II d.C. Entre sus fábulas más conocidas se encuentran La liebre y la tortuga, que enseña que la constancia vence a la velocidad; La zorra y las uvas, que muestra cómo el despecho puede llevar a despreciar lo que no se puede conseguir; El león y el ratón, que ilustra cómo el más débil puede ayudar al más fuerte; y El cuervo y el queso, que advierte contra la vanidad y la adulación.