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Arcipreste de Hita
Arcipreste de Hita. Juan Ruiz, más conocido como Arcipreste de Hita, es una de esas figuras envueltas en el misterio que la literatura medieval nos ha legado. Su nombre resuena en los ecos de la poesía castellana como el creador del Libro de buen amor, un mosaico de relatos, fábulas, versos devotos y picarescos que, más que una simple obra, es un reflejo vibrante de la vida en el siglo XIV. Aunque su biografía es un enigma con más sombras que certezas, su ingenio sigue iluminando el camino de la literatura española.
Nació probablemente en Alcalá de Henares hacia 1283 y, como buen hombre de letras de su tiempo, debió formarse en los centros intelectuales de Castilla, quizá en Toledo o en la misma Hita. Su vida estuvo marcada por su condición de clérigo y su ejercicio como arcipreste en la villa de Hita, en la actual Guadalajara. Pero su obra sugiere que no fue un simple hombre de iglesia. En sus versos se intuye un espíritu libre, un observador irónico de las pasiones humanas, un hombre que conocía tanto las calles bulliciosas como los rezos de los monasterios.
Su estancia en prisión, mencionada en su obra, es uno de los grandes enigmas de su biografía. Se cree que fue encarcelado por orden del arzobispo de Toledo, Gil de Albornoz, aunque las razones siguen siendo un misterio. Quizá fue castigado por su visión irreverente de la moral o por sus sátiras afiladas. Desde la cárcel, o desde la libertad, compuso el Libro de buen amor, donde juega con los contrastes entre el amor divino y el amor carnal, entre la devoción y el goce terrenal, dejando en cada verso una invitación a la reflexión y al disfrute de la vida.
Su pasión por la música queda reflejada en su léxico rico y especializado. No fue solo poeta, sino también un compositor que entendía el poder de la palabra cantada. En sus textos alude a los juglares y a los ciegos cantores, quienes interpretaban sus versos por las plazas y los caminos, haciendo que su obra trascendiera las páginas para convertirse en un latido vivo en la memoria del pueblo.
Se estima que murió antes de 1351, cuando su nombre ya no figuraba como arcipreste de Hita. Pero su legado sigue vibrando en cada estrofa de su obra, en cada juego de palabras que nos recuerda que la literatura, como la vida, es una danza entre la risa y el pensamiento, entre la fe y la tentación, entre lo divino y lo profundamente humano.