
Alvin Schwartz. Fue un maestro de la palabra, un explorador de lo macabro y lo ingenioso, un narrador que supo transformar el folclore en literatura viva. Nacido el 25 de abril de 1927 en Brooklyn, Nueva York, creció entre las calles bulliciosas de la ciudad, hijo de un taxista que, sin saberlo, criaba a un futuro cronista de lo insólito. Su vida estuvo marcada por una curiosidad insaciable, un oído atento a las historias populares y un talento natural para darles nueva vida en la página.
Tras su paso por la marina, Schwartz encontró su vocación en la escritura. Estudió en la Universidad de Colby y obtuvo una maestría en periodismo en la Universidad del Noroeste. Su pluma lo llevó a trabajar en el Binghamton Press de 1951 a 1955, pero su verdadera pasión lo esperaba en los libros. Con más de cincuenta títulos publicados, dedicó su carrera a recopilar y reinventar cuentos de la tradición oral, juegos de palabras y supersticiones, siempre con la intención de atrapar a los jóvenes lectores en el vértigo de la imaginación.
Su obra más emblemática, la serie Historias de miedo para contar en la oscuridad, dejó una huella indeleble en la literatura infantil y juvenil. Con una prosa afilada y un talento único para lo inquietante, reunió relatos espeluznantes que parecían susurrados al oído por generaciones de narradores anónimos. Las ilustraciones de Stephen Gammell, sombrías y perturbadoras, convirtieron estos libros en una experiencia inolvidable. Amados por los niños y temidos por los padres, sus historias fueron objeto de censura y polémica, lo que solo aumentó su aura de misterio.
Pero Schwartz no se limitó al terror. Su serie de libros ilustrados por Glen Rounds exploró los acertijos, los juegos de palabras y las supersticiones, acercando a los lectores a la riqueza de la tradición oral con un tono lúdico y accesible. Obras como Tomfoolery, Witcracks y Cross Your Fingers, Spit in Your Hat son testimonio de su pasión por el folclore y su capacidad para convertirlo en literatura vibrante.
Al final de su vida, escribió para un público más adulto con libros como When I Grew Up Long Ago, una nostálgica mirada a la vida en Estados Unidos a finales del siglo XIX y principios del XX. Su legado es el de un escritor que supo capturar el alma de las historias que flotan en el aire, aquellas que se cuentan al calor de una fogata o en el murmullo de una conversación.
Alvin Schwartz falleció el 14 de marzo de 1992 en Princeton, Nueva Jersey, víctima de un linfoma. Su obra sigue viva, sus libros continúan pasando de mano en mano, de generación en generación. Su talento para convertir el miedo en literatura y el ingenio en juego sigue resonando en la imaginación de quienes se atreven a adentrarse en sus páginas.