Entrevista a Luis López Nieves
Por María Bird Picó
Como escritor, Luis López Nieves no necesita introducción. Su obra literaria es conocida con amplitud a nivel local e internacional con títulos como Seva, La verdadera muerte de Juan Ponce de León, El corazón de Voltaire y El silencio de Galileo. La novela El corazón de Voltaire, publicada en el 2005, ha sido destacada por ser la primera redactada en su totalidad por medio de correos electrónicos. López Nieves ha recibido numerosos reconocimientos entre los cuales destaca el recibir en dos ocasiones el Premio Nacional del Instituto de Literatura Puertorriqueña.
Para un grupo emergente de escritores en Puerto Rico, la contribución de López Nieves a nuestra literatura va más allá de sus libros por ser el creador y director de la primera maestría en Creación Literaria en América Latina. Desde el 2004, los aspirantes en nuestra isla caribeña a ser escritores publicados tienen la opción de cursar la maestría en la Universidad del Sagrado Corazón.
Pero, ¿de dónde surgió la idea de crear esta maestría? Más importante aún, ¿es posible estudiar para convertirse en escritor? Con su característica disposición y franqueza, López Nieves accedió a responder nuestras interrogantes.
¿Cómo surgió la idea de crear la maestría en Creación Literaria?
Empezaré con un ejemplo que no es literario: en todas partes del mundo, al igual que en Puerto Rico, hay escuelas para formar músicos. Tanto así, que en Puerto Rico tenemos, a nivel preuniversitario, la famosa Escuela Libre de Música. En nuestra isla también existen escuelas de canto, baile, cine, pintura, artes gráficas, etcétera. Pero en el 2004 todavía no había un lugar para aprender a ser escritor. En muchas universidades existen departamentos de literatura, pero estos no forman escritores. En los departamentos tradicionales de literatura se aprende a ser crítico literario, historiador de la literatura, teórico, profesor, maestro, etc. Todas estas destrezas son necesarias y admirables, por supuesto, pero ¿por qué los departamentos tradicionales de literatura no forman escritores? Como soy escritor, concluí que hacía falta un lugar en Puerto Rico para aprender a ser escritor. Por eso creé la maestría en Creación Literaria.
¿Cuál diría que fue el detonante para convertir la idea en realidad?
Entre los artistas siempre ha existido la tradición del mentor y el estudiante. Los escritores noveles se acercan a los de mayor experiencia para pedirles críticas, consejos, etc. Esto se hace muchas veces a nivel personal o de manera informal. René Marqués, Pedro Juan Soto y José Luis González fueron mentores míos. La maestría en Creación Literaria es una manera de continuar esta tradición, pero a nivel institucional, más formal. Ya no se trata solo de recibir la opinión y los consejos de un solo escritor amigo, sino de una serie de escritores y profesores.
Por tanto, diría que el detonante principal fue notar la inmensa cantidad de puertorriqueños que buscaban formarse como escritores pero no sabían dónde ni cómo hacerlo. Muchos de estos, tarde o temprano, pueden convertirse en escritores sin ayuda. Pero por cuenta propia les tarda diez o quince años aprender lo que en la maestría les enseñamos de manera concentrada en dos años. Esa es la ventaja de la maestría.
¿Cuál fue el mayor obstáculo?
Realmente no hubo obstáculos, sino apoyo, especialmente del presidente de la Universidad del Sagrado Corazón en aquel momento, el Dr. José Jaime Rivera, y por suerte seguimos contando con un fuerte apoyo de parte del nuevo presidente, el Lcdo. Giberto Marxuach Torrós.
El año pasado se celebró el décimo aniversario de la maestría y se hizo evidente la gran producción literaria que esta ha generado. ¿Se imaginó que ese sería el resultado cuando la concibió? ¿Cuáles eran sus expectativas en aquel entonces?
La verdad es que en ningún momento pensé que la maestría tendría el efecto que ha tenido. Imaginé a una serie de escritores escribiendo y aprendiendo lentamente, casi en secreto, como monjes en un convento. Quizás algún día, en el futuro lejano, se verían los resultados. Pero en solo diez años los efectos han sido abrumadores. Los estudiantes de la maestría han publicado sobre 90 libros. Han ganado una cantidad significativa de reconocimientos y premios, tanto en Puerto Rico como en el extranjero. Para darte un ejemplo, hace pocos meses María Zamparelli ganó el primer premio de Novela del PEN Internacional con su novela “Brevísima y verdadera historia del almirante y su primer viaje”, que fue su tesis de maestría. Yolanda López López ganó la mención honorífica del mismo premio con su novela “La caída de Alejandro Curtos”, que también fue su tesis de maestría. Menciono estos ejemplos recientes, pero hay muchos más. Este destacado premio de novela, del PEN Internacional, también lo han ganado con sus novelas José Borges (“Esa antigua tristeza”) y Maira Landa (“Concierto para Leah”). Estos son ganadores que me vienen a la mente de pronto, pero sé que hay varios más. Y también en las demás categorías del premio del PEN, especialmente en cuento y literatura infantil.
Y ahora, hace solo unas semanas, Dalia Stella González, Hugo Rodríguez Díaz, Luis Alejandro Polanco y tú, María Bird Picó, arrasaron en los International Latino Book Awards en Estados Unidos. Como si fuera poco, unos días después Yolanda Arroyo Pizarro, Joel Feliciano y tú, nuevamente, arrasaron con los premios del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Últimamente tengo la sensación de que cada vez que abro mi correo electrónico los estudiantes y egresados de la maestría se están ganando un premio nuevo. Lo confieso: jamás sospeché que la maestría lograría tanto en tan poco tiempo.
Una de mis grandes sorpresas como estudiante de la maestría ha sido la gran diversidad de personas que la cursan. He conocido tanto estudiantes recién graduados de la universidad como personas ya retiradas, y los trasfondos educativos y profesionales son muy diversos. ¿A qué le atribuye esta diversidad?
Nuestra maestría se creó para personas que quieren ser escritores. Punto. Y los escritores están en todos los sectores de nuestra sociedad. El arte realmente no conoce fronteras. Por eso tenemos desde estudiantes que se acaban de graduar de bachillerato, hasta personas recién jubiladas que han optado por usar el tiempo libre para al fin llevar a cabo el sueño de escribir un libro. Para estudiar nuestra maestría no hay que tener un bachillerato en literatura; como en el caso de las escuelas de derecho, recibimos a personas con todo tipo de preparación. Por eso, entre nuestros estudiantes tenemos y hemos tenido tasadores de propiedades, tecnólogos médicos, empresarios, arquitectos, médicos, abogados, maestros y hasta profesores universitarios con doctorados en otras materias.
¿Qué papel ha jugado esa multiplicidad en trasfondos académicos y profesionales en la producción literaria contemporánea?
La maestría en Creación Literaria de la Universidad del Sagrado Corazón ha sacado a la literatura puertorriqueña del gueto universitario. Antes de que llegáramos en el 2004, la inmensa mayoría de los escritores reconocidos de Puerto Rico eran profesores universitarios de literatura. Piensa por ejemplo en Juan Antonio Ramos, Magali García Ramis, Edgardo Rodríguez Juliá, Ana Lydia Vega, Carmen Lugo Filippi, Luis Rafael Sánchez, Eduardo Lalo y muchos otros. Todos estos son o fueron profesores. Sin embargo, desde el 2004, gracias a la maestría, ha surgido en Puerto Rico un escritor profesional más en la línea de los autores de Europa y Estados Unidos que no están afiliados a ninguna institución académica, sino que viven en lo que podríamos llamar el “mundo real”. Esto es muy bueno para la literatura.
A la luz de la década que lleva dirigiendo esta maestría, ¿cuál cree es su mayor acierto?
La maestría en Creación Literaria se ha convertido en más que un grado académico. Sin proponérmelo, porque realmente no lo anticipé, se ha transformado en el núcleo de una comunidad de escritores a nivel de todo Puerto Rico. Los egresados y estudiantes han fundado la Cofradía de Escritores de Puerto Rico, presidida actualmente por Sandra Santana Segarra, y desde esta asociación han creado una presencia fuerte en todas las actividades literarias de envergadura en nuestro país. Desde esta Cofradía los egresados se siguen apoyando entre sí, porque la verdad es que tenemos egresados por toda la isla. Hemos tenido y tenemos estudiantes que vienen semanalmente desde Cabo Rojo, Hormigueros, Aguadilla, Ponce, Jayuya, Fajardo y muchos otros pueblos.
Normalmente los estudios graduados son una actividad solitaria y hasta competitiva. La gente estudia una maestría normal, le da las gracias a la universidad y se despide. Eso es todo. En el caso nuestro, Sagrado sigue siendo la sede de una cantidad cada día mayor de actividades y de escritores que están dejando sus marcas en nuestra literatura nacional y latinoamericana. Ese quizás es el mejor acierto: además de crear buenos escritores, hemos creado una genuina comunidad literaria.
Hay quienes piensan que uno tiene que nacer escritor. Dada su experiencia como profesor de escritura creativa, ¿cuál es su teoría?
Esa es una visión antigua y desprestigiada sobre el arte. La sostienen aquellos escritores que padecen delirios de grandeza. Sienten que han sido escogidos por los dioses y que el día en que nacieron, allí mismo en la sala de partos, se convirtieron en grandes escritores porque un dios o un ángel bajó del cielo y los besó en la frente. Es un concepto ridículo y cursi. Todo artista tiene que pasar por un proceso de aprendizaje. A algunas personas se les hará más fácil o difícil ese proceso. Algunos idiotas, por ejemplo, me preguntan si puedo garantizar que todos nuestros egresados van a ser grandes escritores. ¿Las escuelas de derecho garantizan que todos sus egresados serán jueces del tribunal supremo? ¿Las escuelas de actuación garantizan que todos sus egresados ganarán un Oscar? Cada estudiante controla su destino. Nosotros les proveemos las herramientas para ser escritores. Luego la autodisciplina, el talento y la capacidad de trabajo determinarán el resto.
Usted es uno de los profesores de la maestría que tiene la oportunidad de recibir al estudiante cuando comienza a escribir en el taller introductorio de cuentos y luego en el taller avanzado. ¿Se le hace notable la transformación en la escritura de los estudiantes? Si es así, ¿algo en particular que lo haga sentir orgulloso del proceso?
A los estudiantes nuevos les doy el primer taller de cuento. Luego, cuando han pasado casi dos años, les doy el último. La diferencia es dramática. De hecho, ese primer día de clases, del último taller, se ha convertido en mi día favorito de todo el año académico. Antes de que comience la clase, según van llegando al salón y empezamos a conversar, ya noto la transformación. Es como darle la primera lección de natación a una persona. Cerrar los ojos. Y al abrirlos nuevamente verlo saltar del trampolín y dar un doble salto con plena confianza en sí mismo.
¿En qué momento en los pasados diez años se dio cuenta de que la maestría se ha convertido en una herramienta clave para fomentar el surgimiento de nuevos escritores?
El 14 de mayo de 2007. Ese día el primer estudiante de la maestría, Emilio del Carril, defendió su tesis, una fascinante novela titulada “Cantiga de los nombres perdidos”. Mientras él hablaba frente a su numeroso público, sospeché que había comenzado una nueva era en la literatura puertorriqueña. Además de ser el primero, Emilio es un excelente ejemplo de cómo Creación Literaria ha transformado vidas. Se ha convertido en un escritor de primera clase, es un líder natural de la comunidad literaria, es editor, ha fundado dos editoriales, terminó un doctorado en literatura y ahora es profesor de la maestría. Y se acaba de graduar hace tan solo ocho años. En el futuro le esperan muchos logros más.
¿Se le hace fácil quitarse el sombrero de escritor reconocido a la hora de entrar a un salón de clases como profesor para enseñarles a otros el oficio?
Es el mismo sombrero. Quien da la clase es un escritor, no un profesor. Esa es la gran diferencia de la maestría en Creación Literaria con todas las demás maestrías literarias. Esta es la maestría de los escritores, donde se viene a formar escritores. Aunque tengo un doctorado en literatura tradicional, lo que realmente me cualifica para ser profesor de Creación Literaria no es únicamente el doctorado, sino los dos premios nacionales de literatura que he ganado, el reconocimiento que han recibido mis libros y los 35 años que llevo dirigiendo talleres literarios.
A la luz de sus más de tres décadas dando talleres de creación literaria, ¿qué consejo le daría a los que aspiran a ser autores publicados?
Leer mucho, muchísimo, todos los días. Y luego escribir bien. Ese realmente es el consejo principal. Por más mercadeo, autopromoción o piruetas que se invente un escritor, a fin de cuentas un libro perdura y es apreciado solo por una razón: si es bueno. Y para escribir un buen libro básicamente hay que hacer tres cosas: leer, escribir y observar. Aquellos que han estudiado nuestra maestría, saben lo que tienen que hacer. Los que no la han estudiado, pues no sé qué esperan. Aquí los estamos esperando.
¿Cuál ha sido la mayor lección que ha aprendido de sus estudiantes y que piensa que lo hacen un mejor escritor?
Aprendo bastante de los errores de los estudiantes. Algunos son excelentes escritores, tienen talento, pero son estudiantes y cometen errores. Cuando capto un error, normalmente debo ofrecer una opción. Trato de no decir simplemente “está mal”, sino de recomendar maneras de corregir el error. Hay errores simples, por supuesto, pero otros son muy avanzados, más complejos, y me dejan pensando mucho tiempo. Ofrezco sugerencias, pero de todos modos me quedo pensando en el asunto. Lo guardo en algún lugar de mi memoria. Y cuando estoy escribiendo mis cosas, hay veces en que de pronto me digo no, espera, esto fue lo que hizo Fulano de Tal en su tesis cuando intentó crear suspenso, pero no quedó bien. No es una buena solución. Debo hacerlo de otra manera.
Por último, ¿cuál fue el mejor consejo que le dieron a usted al comenzar a escribir ficción y que todavía pone en práctica?
Evitar a toda costa los caminos trillados. Huirle al cliché. Aterrarse ante las frases hechas. Siempre tratar de contar las cosas de una manera diferente. Pregúntate: ¿esto ya lo ha dicho alguien de la misma manera? Si la respuesta es sí, entonces ¿para qué escribirlo?
FIN
*El Dr. Luis López Nieves es fundador de Ciudad Seva, portal literario que recibe sobre 2 millones de visitantes al mes desde el mundo entero. Es escritor residente de la Universidad del Sagrado Corazón, el tercer escritor residente en la historia de Puerto Rico. El primero fue Juan Ramón Jiménez y el segundo Francisco Matos Paoli, ambos en la Universidad de Puerto Rico.
Tomado de: https://cofradiadeescritoresdepuertorico.wordpress.com/2015/07/16/entrevista-a-luis-lopez-nieves/
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