Ellos
I
Cuando veo tu rostro aparecer
En la minúscula pantalla
borrosa por tanto golpe dactilar
Parpadeando casi como una señal
de otra nebulosa
Extiendo mis dedos temblorosos para sentirte en la ausencia
Desapareces
píxel
a
píxel
Mientras el tren se sumerge
Bajo el Hudson histórico
en camino a la Gran Ciudad.
XIII
Aquel joven con pantalones de mezclilla blanca
y zapatos deportivos
Camiseta negra de cuello en V
Se pasea de un lado a otro en el estrado
Foro cicerónico
Tablilla luminosa en una mano
Invisible micrófono rozando la mejilla que hace resonar su voz
como rugido
Su figura amplificada en enormes pantallas
revela su rostro aún con vellón de pubertad
Aquel desmejorado esperpento
casi como un acto natural
Acaba de mover la luna más cerca de la tierra
sin que las mareas se dieran por enteradas.
XVI
Acuden a altares donde la deidad racional
de un algoritmo les describe la fe
El bien definido canon de una interminable alocución
proferida por seres intrascendentes que les dictan
las cosas de un destino
acaso incompresible
letárgico
fútil
pero harto confirmado
Por una indomeñable legión de pequeños dedillos pulgares
Levantados hacia el cielo.
Nosotros
III
Si supiéramos escuchar
El sube y baja de la vida
Reconocer que el ramalazo del tiempo
Nos persigna inadecuados.
Nos rebelamos fútilmente
Pronosticando maldiciones que terminamos inhalando…
Bajo la cabeza con resignación
Y tecleo lentamente mi carta de renuncia.
VII
Nosotros, mis padres, los padres de mis padres, sucesivamente
Transgredimos la placidez establecida
Irrumpiendo hacia lo que creímos fue la luz
para concluir
que aquel hueco que creamos en el tiempo
Todos esos lagos colmados de gotas
Se secarían a nuestros pies
Solo para regresar a la montaña llana que es el ayer.
XVII
La sombra, el espejo, la oquedad de la cuchara
Las horas marcha atrás
El ave que regresa del sur en medio de la helada
La urgencia por rasgar y desnudar
El deseo insaciable por volcar las mesas servidas en un orden
que hoy les causa náuseas
Al diablo los intentos por sofocar sus temblores
Por mitigar la sordera de sus desafueros
Restriegan en mi rostro lo que fuimos
Y embadurnan las fotos de olvido
Ignorando por completo
La imagen del espejo al final del pasillo
que revela los rostros, los de ellos y los nuestros,
Encerrados en una misma silueta.
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