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El martillo y la hoz y… a esta fiesta lo que le falta es ambiente

El martillo y la hoz

Una de las novedades de Reina del Mar Editores, sello de la Asociación Hermanos Saíz de la provincia de Cienfuegos, más esperada por los lectores que gustan del relato corto, lo es sin dudas, la compilación de 21 narradores cubanos contemporáneos reunidos bajo el sugerente título de El martillo y la hoz y otros cuentos. Su salida estaba anunciada para 2013; pero a fin de cuentas, a mi entender, ahora que se nos presenta durante esta 24 edición de la Feria del Libro, es una loable manera de celebrar el 15 aniversario del Sistema de Ediciones Territoriales (SET). Nada mejor como una propuesta de esta naturaleza, que se ocupa de recoger, junto a 10 de las voces algo más establecidas, que llevan un tiempo sonando dentro del panorama de la narrativa nacional, a otros 11 autores de las dos promociones más emergentes (los nacidos en los 70’s y la de los 80’s).

Una tradición que, como estrategia editorial, el sello instrumentó de manera temprana, apenas unos años después de su fundación en 1996, gracias al empuje que el Instituto Cubano del Libro y los Centros Provinciales del Libro brindaron decisivamente a las 5 editoriales de la AHS a partir del 2000, acogiéndoles dentro del SET y que es algo que no creo haya sido reconocido suficientemente, con el ruido que merece; pues de no haber sido de este modo, ninguno de estos sellos podría haberse aventurado en proyectos que, por lo general, siempre van a resultar necesariamente algo más voluminosos para cumplir a cabalidad con las pretensiones que exigen, si es que se quiere realmente obtener un resultado aportador, no reduccionista.

Los antecedentes de este tipo de compilación narrativa que ha presentado Reina del Mar Editores durante sus 18 años de pujanza, enfrascada de manera particular en regalarnos libros verdaderamente atractivos como productos culturales y en lo que ha sido abanderada, son las antologías de narradores cienfuegueros Liminar (selección que estuvo a cargo de Marcos Rodríguez Calderón y el autor de este comentario), publicada en 1999, y Como el aire en la oreja (bajo el criterio selectivo de Atilio Jorge Caballero) en el año 2005. Entre ambas debemos destacar una sutil diferencia: la primera se ocupó de incluir cuentos de narradores que alguna vez ejercieron su oficio viviendo en la provincia, aun cuando no fueran ya muy jóvenes; y la segunda se ocupó de solo autores muy jóvenes que sí radicaban todos en Cienfuegos. Aunque ello sea lo menos significativo desde el punto de vista literario, porque en realidad lo que debe ser importante es la calidad de los textos reunidos, es un elemento que no se debe soslayar, ya que es parte de la estrategia, del discurso promocional que una editorial decide erigir; máxime, cuando el libro que comentamos hoy (compilación de Rafael Grillo y Leopoldo Luis), como se verá más adelante, tiene propósitos que podemos catalogar como más expansivos y móviles más ambiciosos desde su origen.

Si un libro es un discurso estratégico, en primer lugar del autor, pero también de la editorial responsabilizada de su socialización; un compendio, un florilegio, una antología, una selección va a reforzar, para la segunda entidad, el nivel de exigencia que van a mostrar sobre ella los lectores más avisados, el lector crítico que siempre va a leer con segundas (¿malas?) intenciones para señalar ausencias o desaciertos; o en el peor de los casos, hacerse como que lo ignora, reservándose a andar comentando por los retorcidos y oscuros pasillos del rascacielos letrado.

Por cierto, y antes que se origine el rumor agazapado, lo digo a viva voz: hay solo un representante cienfueguero, el joven periodista y crítico de arte Antonio Enrique González Rojas, egresado, como otros de los que aquí aparecen, del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso.

Dudo mucho que un libro como este pueda ser ignorado, sé muy bien que va a levantar no pocas suspicacias, y ¡qué bueno! De vez en cuando conviene remover el piso, golpear fuerte las losas establecidas, canonizadas, con un martillo portentoso como muchos de estos cuentos, o sesgar la mala hierba, con una hoz luminosa y bien afilada que, en este caso, mal que le pese a muchos, ha venido de la mano de los lectores, quienes ejercieron su derecho a seleccionar mediante una encuesta rigurosa y automatizada, gracias a la oportunidad que les brindara el portal Isliada en su arduo bregar por el ciberespacio, promoviendo buena parte de lo más sobresaliente de nuestra literatura contemporánea; o al menos de los que así lo han querido y propiciado, pues todavía a estas alturas sigue habiendo quien pone reparos para promocionarse mediante la Internet.

Celebro que ahora, los que no tuvieron la posibilidad de estar online, puedan acceder y disfrutar, en el formato tradicional del libro impreso, con la lectura de los cuentos de Jorge Enrique Lage, Rafael de Águila, Emerio Medina, Miguel Terry Valdespino, Ahmel Echevarría, Jorge Ángel Pérez y Antonio Enrique González Rojas (en la sección de Narrativa General); los de Yamilet García Zamora, Leopoldo Luis García, Rafael Grillo, Lorenzo Lunar, Rebeca Murga, Mario Brito y Obdulio Fenelo (en la de Literatura Policial); y de Yonnier Torres, Erick J. Mota, Yoss, Gabriel J. Gil, Juan Pablo Noroña, Jeffrey López Dueñas y Carlos Duarte (en el apartado destinado a la Ciencia Ficción).

Que no me vengan a decir que con tan variopinta composición no va a haber para todos los gustos. Vamos, que ya el pastel está sobre la mesa y hay que soplar las velitas. Pero por favor, ya ha llegado el momento de ir cambiando un poco el repertorio musical, estoy harto de tanta trova y rock and roll. ¿Será que estos muchachos no pueden oír otra cosa? Ya va siendo hora de que estos locos meneen la cintura, hay que poner esta fiesta un poco más ambientosa.

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