UN ÁNGEL PERFORA LA NOCHE
Mientras busco palabras precisas
un ángel perfora la noche
con una arista de mármol y silencio
no soy la soledad
ni el abandono
pero me atrae el mutismo
la penumbra
y la distancia de tu cuerpo
que cede lujurioso a mi soberbia
cuando la palabra es
pugna de carne y lirismo
vaivén de mis caderas
sometidas al goce de la mano ausente
busco aberrada en mi cintura
el extraviado verbo que se escapa
para luego con enfermizo furor
arrojar en el poema
la metáfora que soy.
Domingo blanco
La mujer no es una mujer,
es apenas un cuaderno de apuntes,
un bolígrafo en manos de…,
una mano extendida en la puerta.
No es un pensamiento.
Ni escucha la música que suena en su pecho.
No despierta llorando por el nuevo día.
Sonríe de vez en cuando sin motivo,
camina despacio a cualquier lugar
y regresa al sitio de donde es.
Calló la tarde.
La mujer no es una mujer
es un poco de arroz, una porción de papas aderezadas,
un estómago que agradece el alimento caliente.
Ni siquiera es una mesa servida en espera de invitados.
es un golpe de suerte,
tampoco es poesía. Calló la noche.
La mujer no es una mujer
es un cuerpo exhausto sobre la nada.
Ni siquiera es el infinito,
ni la calma,
tampoco es un lunes verde, ni jueves azul.
Es quizás,
uno de esos domingos blancos.
MERRY CHRISTMAS
Tres cuerdas sobre una tabla:
su guitarra
Una tabla sobre cuatro piedras:
su cama
Dos pichones piando:
sus hijos.
Tres porciones de pescado sobre el arroz blanco,
corta en tres la panetela con los ojos cerrados:
su navidad.
AHORA,
retomo tu mirada como si fuera limpia
escucho lo que quise oír de tu silencio.
Sigo tus pasos como inequívoco sendero
y tiendo el puente que se derribó al marcharte.
Ahora, soy la calma que no fui
la certeza de tu inseguro pasado
el eco de tu espanto
huella de tu mentira.
Ahora,
que ha llegado el momento, la ausencia se tiñe
del rosa irremediable de los conformes
y tu imagen es una efímera mancha en el espejo.
HA CAÍDO UNA HOJA
Con gesto grave cuelga el teléfono.
Fuma.
Ella sabe que ha caído una hoja.
La ha visto moverse lentamente desde su sitio,
aunque los árboles están en otra parte
Fuma.
El hombre se acerca y con gesto agónico se arrodilla.
Ella sabe que ha caído una hoja.
Escuchó los estertores en su pecho.
Él mueve los labios
y sus palabras lanzas,
ahora son conejos temblorosos.
Ella sabe que ha caído una hoja,
las palabras: las mismas pronunciadas día a día
son silencios,
solo escucha el desplome de la hoja.
Fuma despacio y de vez en cuando mira al cielo.
Él no sabe de hojas ni de árboles.
ME AGARRO DE LA PALABRA
Cuando escucho a los que no quiero oír
y sus voces de líderes adulan o envilecen
profanando el aire de los misericordiosos
me agarro de la palabra
para no confundirme con la mentira, la hostilidad
o entristecer en los funerales.
Decir lo que no digo al contemplar los rostros que desprecio
mientras evoco los amados.
Me agarro de la palabra.
MAÑANA
Mañana amanecerá otra en mi lugar
o amaneceré en el lugar de otra.
Las horas y los siglos
habrán pasado por mi cuerpo
ya inmutable.
Mañana
sabré que fui absuelta
de tanto poner los ojos
en la luna o en los árboles.
Sabré
que la conspiración con el mar
es efectiva y que es válido
cubrir con las vísceras
los espacios en blanco.
Mañana
no llevaré el peso del estómago
sobre mis hombros
y la palabra libertad no será angustia.
Mañana despertará un hombre
en el lugar del ídolo para llenar de paz
los pulmones del mundo.
LA SEMEJANZA
La semejanza es
el árbol y su fruto
la semilla y sus hojas
la tierra y el agua
la luz del sol y la luna
el labrador y el buey
en la oposición de los gobernantes
no hay diferencias sino parecido
la semejanza deja de serlo
cuando uno de ellos sube al estrado
y el otro aplaude a su álter ego
mientras el labrador y el buey
con idénticos rostros
recorren el mismo camino.
ENVIDIO A LA MUERTE
Envidio a la muerte por su frialdad
convidándome al abandono.
Adorable rigidez de mis pensamientos,
engañosa ausencia del poseído por el ojo de su ingenio.
Envidio a la muerte
por el ardor con que toma al drogadicto
balanceándolo como un hijo entre sus brazos.
No distingue entre el clamor de un noble ciudadano
la torpeza del vagabundo
ni de quien se yergue en la tribuna
la envidio hoy e intento en vano
imitarla.