Para Tony y Sergio,
almas cómplices.
Voy a enumerar los mandamientos del alma:
- El alma existe.
- En su parte superior, el alma se asoma como un sol.
- Quien no crea en la existencia del alma, estará incurriendo en delito de lesa espiritualidad.
- Las puertas del alma no se cierran: prefieren permanecer alertas.
- El corazón del alma es una pirámide, y en su interior hay una cámara secreta cuya entrada no ha sido descubierta.
- El alma se esconde al doblar de cada esquina.
- En el centro del alma están sus tres estaciones: música, otoño y silencio.
- Escuché decir a una bruja: «Hijos míos, jamás pongan en venta su alma porque nunca se sabe, hasta que ya es demasiado tarde, si el presunto comprador es un ángel, un demonio o —lo que es peor— un enemigo».
- El alma tiene más olfato que visión.
- No hay nada más triste que un alma desalmada.
- El alma se forma a partir de un río interno que fluye a través del Sistema Humano. De ahí salen sus afluentes, mayores y menores, que a su vez se subdividen en ratas y aves del paraíso… pero esto ya se está pareciendo a una clase de Zoología. Así es que mejor cambiamos de tema.
- La bebida natural del alma es la noche.
- Un alma en fuga también puede estar encarcelada.
- Mi alma es mitad burguesa y mitad tercermundista: a menudo se debate entre el perfume francés y las telas orientales.
- En el fondo de toda alma siempre hay un animal asustado.
- El alma es un asunto realmente pornográfico: cualquier cosa puede entrar o salir de ella.
- Hay almas que no tienen pies ni cabeza.
- El alma tiene la siguiente composición química: un gran porcentaje de dolor, mucha credulidad, algo de dicha, y un montón de esperanza.
- La región oscura del alma es la que menos suele verse, pero resulta la más perceptible cuando alguien la toca.
- Hay almas grandes, medianas, pequeñas y muertas.
- Cuidar del alma es como tragar mazapán: algo dulce y tibio que resbala hasta el fondo de nosotros, y allí permanece.
- Donde dice: «Mi alma se muere de amor», debe decir: «Mi alma se muere de tu alma».
- El alma se parece al vino: nunca madura, más bien se añeja.
- Las epidemias que azotan el alma con mayor frecuencia son: el rencor, la envidia y el deseo de destrucción. Los antídotos más indicados: permanecer entre cuatro paredes, abrigarse con mucho silencio, y tomar el amor en dosis continuas.
- No hay que adelantarse a los acontecimientos. Con tanto hablar del alma, la nota cursi no tardará en llegar.
- Abrí un boquete en mi alma; entonces la fiera me arañó.
- Por lo general, el ateo no se lleva bien con su alma. Pero hay excepciones.
- El alma tiene cuatro ojos: el ojo derecho, el ojo izquierdo, el ojo miope y el ojo místico.
- El pecho del alma late como un globo verde a punto de estallar.
- El alma nunca está sola; siempre la acompaña su soledad.
- Cada vez que empiezo a imaginar mi muerte, triste y solitaria como un páramo escocés, mi alma me da un par de bofetadas y me pone frente a mi escritorio para la terapia cotidiana.
- También el alma tiene su alma.
- Si un alma se rompe, es mejor dejarla tranquila. Es imposible predecir qué ocurrirá cuando algo tan vivo se vuelve a componer.
- El alma no siente; se resiente.
- «Nunca volveré a ladrar», maulló mi alma. «Jamás resuelvo nada con eso y, para colmo, ya empiezan a ponerme mala cara». Entonces se echó en su rincón a ronronear con aire satisfecho, mientras afilaba sus zarpas disimuladamente.
- El alma no está capacitada para administrar justicia: le resulta imposible actuar con indiferencia.
- Las almitas rosadas y convencionales son las más comunes; por eso todo anda tan mal.
- Cuando el alma te sacude por los hombros en medio del sueño, llega la pesadilla.
- Sortilegio para someter el alma: doblar con cuidado la región del dolor.
- La verdad es la circuncisión del alma.
- Cada vez que intento cambiar de profesión, mi alma se hace la loca y habla sobre el estado del tiempo.
- Caprichos del alma: retozar en el frío y sacudirse los trozos de angustia que lleva siempre en los zapatos.
- El alma ajena produce indigestión; por eso no debe masticarse jamás.
- Las regiones del alma son las siguientes: los rincones helados, las goteras, los lirios que se mecen bajo las aspas de un molino, las inquisiciones y las protestas. Todas ellas son peligrosas, aunque por motivos muy distintos.
- El espanto puede quemar los bordes del alma. Por desgracia, este proceso es irreversible.
- El alma del animal es diferente de la humana: es menos animal.
- La locomoción del alma no es tan sencilla como podría pensarse. A veces se atasca en los menores resquicios.
- El alma no grita: susurra.
- Si uno descubre una gran pradera, seguramente el alma andará cerca.
- Razones para proteger mi alma: tiene mucho azul, se humedece por las noches y le gusta embarrarse de magia… Además, es mía.
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