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Cuando amaneces

A nude woman standing on a beach, por Paul Émile Chabas

Cuando amaneces

quiero que amanezcas a mi lado
concretamente no que te vires de espalda y bosteces
no que tu cuerpo se sumerja en la cama
y se agolpe en las mantas
no que la desnudez de tu cuerpo me sobrecoja
no que sueñes estar en otro sitio
en otra cama
no que exijas un café o tomes un café
no que preguntes por tu chaqueta
no que te afeites
no que pongas sobre la mesa unas monedas
no que hables de catástrofes de negocios
exactamente quiero que me mires a los ojos
que abras los ojos y permitas
al rayo de sol quedarse en tu pupila
hacer nido en tu carne
dibujar una sonrisa en tus labios
exactamente quiero tus labios
los besos de tus labios cuando amaneces
el sol sobre la piel roja que muerde
y hunde el puñal en mi espalda
quiero mi espalda después de tus labios
después de tus besos
y el sol que sale de la sangre
y tus ojos fijos en mis ojos
cuando amaneces
quiero el único lujo que puedo tener
la cicatriz de tu rodilla
y la certeza de tu gesto
algo sencillo como tu abrazo
no sé si entiendes
cuando amaneces
a mi lado
te quiero.

ES DE TARDE EN AGOSTO

Es de tarde en agosto, por mis manos
corren gotas de viento mientras llueve.
Las luces van, y las penumbras vienen.
Hasta el Sol se refleja más lejano.
Agonizan las cumbres, en los llanos
no hay un ave que trine ni que vuele.
Cada flor es el garfio que me hiere,
cada nombre es el tuyo. Yo me ufano
de mi propio temblor, como las hojas
se ufanan por caer sobre los riscos.
Llueven nubes de ausencia, no te mojas.
En el cielo sin voz hay un reclamo,
cruzo a ciegas los puentes levadizos.
Es de tarde en agosto, y yo te amo.

Juegos de luz

Un ciego hace planetas con las sombras
les pinta luces que no entiende. Labra
en la penumbra de sus noches largas,
los campos escondidos en las rocas.
Un cojo sin bastón llega, se asoma,
al precipicio su rodilla afianza.
Emprende el viaje eterno a la montaña
donde la luz es una cumbre sola.
Al margen de los ismos o los vientos
la voz se agita, sin querer se azora,
de ver no más que pájaros sin vuelo,
no más que trizas en el candelero.
Un mundo al que le sobra tantas cosas,
mirando cojo y caminando ciego.

Acto de Fe

Dios mío que me escuchas,
yo te escucho.
Dios mío que me sientes,
yo te siento.
Dios mío que me observas,
yo te observo.
Dios mío que te entregas,
yo soy tuya.
Dios mío que me ayudas,
yo doy gracias.
Dios mío que me alumbras
Yo camino
Dios mío que me salvas,
yo estoy viva.
Dios mío que me alivias,
yo soy carne.
Dios mío que te apiadas,
yo hago el tiempo.
Dios mío que comprendes,
yo lo acepto.
Dios mío que no mientes,
yo te creo.

No digas nada

Si vos has de sufrir no digas nada,
que ruede adentro tu dolor desnudo.
Al cántaro saliente del escudo, redimen las sonrisas de tu espada.
Si vos has de cruzar el viento en cada mano que se extiende a tu saludo,
y por zafar la cruz hiciste el nudo, destrózalo,
no ves, no digas nada,
que toda voz que gritas a la sombra es un puñal oscuro que te nombra,
y de fundir puñales ya has perdido el yelmo de azafrán, la luz, el modo
Estás a un paso de caer herido,
a paso y medio de perderlo todo.

Encrucijada

odio la sombra que enmarca mi rostro
la sombra que grita
eres cuerpo
tienes músculos que duelen si los golpeas
tienes huesos que se quiebran al caer
tienes ojos que se agotan de mirar
odio la sombra que sigue a mi alma
y la azora con silueta negra
odio la sombra pero amo mi cuerpo
amo el montón de átomos que se llaman
mi nombre
amo el agua roja que fluye bajo mi piel
y sabe como nadie mis secretos
lucha como nadie por mis sueños
es mi mejor aliada para alcanzarlos
amo el instante tremendo de la soledad
donde soy toda sombra
toda cuerpo
toda luz
amo y odio lo mejor y lo peor de mi
pero sabes
no me atrevo a cambiarlo.

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