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Con cierta elegancia

Foto de Eugene Chystiakov en Unsplash

CON CIERTA ELEGANCIA

Cierta elegancia en la boca,
cierto desacuerdo, conviene
–corresponde bien–
al modelo que predomina y triunfa.

En la ciudad abigarrada. En los festines
–sexuados– de sus bares y casonas,
conviene: cierta elegancia
en la boca, cierto desacuerdo.

En las playitas privadas, en los puentes
de una sola dirección, en las antiguas plazas
–solitarias– que frondosamente te reciben,
conviene mostrar: cierta elegancia
en la boca, cierto desacuerdo.
En la piel seductora de sus hijas, conviene.
No olvides ese dato.

Te recibe amena. Abre para ti sus galerías.
Se entrega sin reservas –un cuerpo arreglado
para la especulación. Pero exige.
Se entrega y exige, un resguardo seguro:
cierta elegancia en la boca, cierto desacuerdo.

Conviene: un poco de travestismo.
En la lógica virtual de los internautas, conviene.
En las rápidas avenidas luminosas, conviene:
bajar velocidades. En la extensa tradición
comentada por los libros –que vuelven
a ser época– conviene: cierta elegancia
en la boca, cierto desacuerdo.

No olvides ese dato.
Corresponde bien al modelo
que predomina y triunfa.

EN LA LÍNEA VERDE

Leyendo a Baudrillard en la línea verde del Metro
entendí por un instante, en toda su ironía,
aquello de que el objeto y el sujeto son lo mismo.

Es la verdad de este mundo:
el asesino y la víctima,
el origen que se dilata y estalla,
el destino que se contrae y estalla.

Una dualidad de mirada y reflejo
que el devenir resuelve
en la incertidumbre de la huella en la Nada.

Acogidos por la transparencia
los pueblos del espejo entraban y salían a sus anchas
en el espacio-tiempo de los vagones silenciosos,
con toda su alteridad a cuestas:

eran ellos mismos y distintos,
una misma persona,
en último término, en última instancia:
la certeza imposible de lo Uno.

O quizás no llegué a entenderlo del todo
y fue solo una ilusión,
apenas un instante, lo he dicho:
la pasión de la ilusión que se muestra y huye,
sacudiendo el vértigo
de un cuerpo arropado en duermevela;

o el paso de una partícula inestable,
yendo y viniendo en los dispositivos de la línea verde,
con la lucidez de una mente enfocada,
perseguida hasta la desaparición,
por el ojo inflexible de las cámaras de vigilancia,

bajo el centelleo eficaz de otras imágenes hiperreales,
ya carentes de inocencia.

ECOLOGÍA (POS) DE UN CUERPO (DESNUDO)

Fue el tráfico. Fue la red. Fue un desvío fortuito.
Fue el boleto (abierto) que recibiste esa tarde.
Fue el azar. Fue la época. Fue un asunto ecológico.
Fue tu cuerpo (desnudo) que emergía entre las algas.
Fue la vista crepitante del sol, su resplandor anaranjado,
hundiéndose (vivo) en las aguas azules de un océano insular.
Fue que así es la vida, algo no tan fácil de sentir.

PÁJAROS EN LA PANTALLA

(Con Charles Baudelaire)
Para Lina de Feria, que lo sabe apreciar.

La cabeza blanca del albatros…
su ojo libertario que nos mira:

¿Qué buscaba? ¿Y por qué nos mira
el ojo libertario del albatros?

Su imagen (renovada en los teatros
virtuales desde la foto antigua
de la Enciclopedia) fiel, contigua,
espesada en el lugar que mece:

¿Qué veía allá en su tiempo que estremece?
¿Qué pregunta aún su mirada ambigua?

Libros

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