COMIENDO POESÍA CASERA
Salgo a la calle, sereno, sin flirtear,
Y a veces, he tenido que callarme,
Silenciando impulsos, apetencias,
En ocasiones, he tenido que olvidarme,
De la prosa de la calle, de los ineptos,
Con lo frívolo, corroyendo adentro,
Oxidando las venas, los silencios,
Los deseos, las fatigas, lanzándome,
A tragar en seco, a sufrirlo todo,
A morir por dentro,
Escuchando a fariseos:
Me falta sol, amor, dinero, intentos
Bebiendo flemático los turbios inventos,
Salvando las penas,
Mis reatos negros, a mi espacio común, de mortal,
De pobre, de muerto,
Abro la boca, me lleno por dentro,
En este espacio comiendo,
Poesía casera, la atípica, sin diseño.
LOBO
No queda mucho por decir en este tema, resistente a la carrera,
y la agitación se señala antigua otra vez, ¡menos lobos!
Y otra vez de nuevo, a detenerme en cada letra.
Perfecto viaje de larga distancia, sin destino.
Patas de mamífero placentario, depredador solitario,
las musas esquivan, pero me conformo con coger
poetisas, esas oscuras esmeraldas.
Sabedor, mientras más oscuras, más hermosas,
más tristes así diferentes, cantando fados, endechas.
Si la vida tuviera banda sonora, una canción,
de grunge reproduciéndose en las mejores,
sería perfecto complemento.
La apatía y el desencanto forman parte de un cánido.
En este mundo crudo, hostil y cambiante,
con hendiduras en la roca, paso del tiempo.
En fauna de escarnios, de marginados
sin grupos, ni intereses solitarios.
Esquema de sueños, observando esta península desmotivada
Arrugando el viento, heraldo de los pendientes
Ejercitando el cuerpo y la mente, quejas inconformes pasan,
jadeando por miserias, linaje que marcha en silencio,
haciendo más ruido que cualquiera de las quejas.
Aullando seguiré en mi isla desierta.
Donde todo escuece a mi piel de lobo.
CONDENO LA MEMORIA DE UNA PERRA DOMÉSTICA
Llegaste el día destinado, moviendo tu alegre cola,
Fuiste hacia mí, sin estar yo preparado,
Con la garganta seca, con la salivación desmedida,
Natural, pérdida, de algún otro colapso pasado, otro dueño
Equivoqué mis pasos, te llevé a mi casa,
Al son de los payasos, y yo de clown bien poco,
Ni en mis mejores tiempos, tú con los más bellos años,
Vimos pasar la madrugada, sin un tierno abrazo,
Solo aquel baile de bufones vencidos, hundidos
Pasaron tus años, aquellos lejanos, usados, vendidos, sufridos,
Quitando criaturas del vientre, abortando los deseos,
Evitabas ser creyente, chocando con barcos cargados de joyas,
De pendientes
Tú pícara, juguetona, más sexual que el sexo,
Eras más sexo que sensual,
La libertad total sin ti, ya no la tengo,
Ni esa época de miseria y de malos olores,
Bajo mis sucias calles, llenas de escombros,
Tú la de aquella historia antigua, reposo dorado,
La que no tenía el alma mortal, al ser can,
Colmada de miserias,
Pobreza en el espíritu
Tenías, pero no importaba,
Solo era, más trabajo, más esfuerzo,
No importó la fuerza, los excesos, aquel mundo, los sueños
Que desaparezcas toda, y el puto recuerdo,
Mi pasiva compasión, me aflige,
Me inquieta, me aniquila,
Viendo las necias especulaciones,
Observándote perrita princesa, de un castillo de arena,
La que negó el territorio común,
Por mejoras y un poco de riqueza,
Te quedarás con madrugadas vacías,
Contactos perdidos en las esquinas,
Oscuridad de empeños,
La mente desnuda, el cuerpo sin nada,
El rostro muriendo,
Seguirás atando pensamientos a tus pezones,
En tus nalgas reposando el viento,
Volveré a mi alcoba abandonada, el lugar de los rincones,
Donde me vuelvo iluso, y juguetón,
Pero gestiono los recuerdos,
Y me buscaré otra perra, más leal,
Más sincera,
Más doméstica.