CINE DE POESÍA CONTRA CINE DE PROSA: PASOLINI
Ya lo sabías: hay ciertas imágenes que pasan en silencio,
que no ocurren,
o sí, pero en el cálculo parecido
a la inmersión.
No sabemos distinguir, la encorvadura de una reja,
el perro muerto,
los aires en el trazo de una sombra olvidada.
No es lo mismo fracturar lo que limita poner el sol,
disiparlo como un largo murmullo.
Ya lo sabías: que reconozcas, que arrastres
un ojo alrededor de los bosques dormidos.
VIEJOS RESÚMENES DE GUERRA
Potemkim en una trampa de ciudad como un objeto a la intemperie, un jardín de naves que se atragantan, lejos de las lunas de octubre, lejos de Eisenstein, un letón como la nieve de estío.
Potemkim deshabitado en un archipiélago de idiomas, en un bosque de mangos y muertos, esperando el vértigo de renuncias: corrompiéndose como los espejos y las lunas de octubre.
Potemkim, un óleo de hierro, una máscara de paz/ el cuerpo de Svetlana
el cuerpo de Ruslán
el cuerpo de Serguéi
una zarza
un hijo
unas sombras
Desacorazado por mi dolor, cubierto por las moscas que respiran en una misma foto.
EL HOMBRE QUE MATÓ A LIBERTY VALANCE
John Ford
Destinado a duelos de especie, con la melancolía del pistolero, buscando la puta donde arrinconarse, casi en todos los tiempos igual, casi como lo hubiera hecho yo, de no ser porque fortalecía el traje de salvador.
Sheriff, la seda íntima, como nube de extraviados del reino occidental.
Estaba dicho: ya era tarde para desintegrar círculos hirientes, huellas de marines bebedores, con la droga en la pared.
Casi como lo hubiera hecho yo, a un paso de la lentitud, con el leve pacto carnívoro en los ojos.
BLADE RUNNER
Ridley Scott
Nos convertimos en la parte de Patroclo, en los flujos de policías, en el huevo del avestruz.
Nos convertimos en la metrópolis del ogro, en la distopía del ser semejante.
La fuga de la verdad habla de una fuga de moscas, un lis lunar: los dibujos de Drozd: Nosferatu encadenado a las aguas.
Transitiva alucinación de los espejos.
LA VENERE NERA. ELOGIO DE BLAISE CENDRARS
Voy a desafiar al hombre, mi semejante. Un mono. Ojo por ojo, diente por diente. Ahora será entre nosotros dos. A puñetazos, a cuchilladas. Sin piedad, salto encima de mi antagonista. Le doy un golpe terrible. La cabeza está casi separada. He matado al Boche. He sido más listo y más rápido que él. Más directo. He dado primero. Tengo sentido de la realidad, yo, poeta. He actuado. He matado. Como el que desea vivir.
B.C
Te incrustabas en la maleza comprendiendo que zaherir es reunirse a los pies de Cocteau: apresura el material de ductilidad, la única mentira que nos pertenece es la del olvido.
Somos pocos para que Cendrars nos crea bailarines suecos, alemanes de Apollinaire.
Ninguno sabe nada del otro, y no es más que pertenecer al mismo cuchillo que corta, a la manada silenciosa en busca de mejor época, mejor silencio.
Cuando eras otro resumías lo que Blaise Cendrars advirtió a nosotros, tengo la mano cortada, soy un elefante solitario, soy el que desova en la periferia.
LO QUE DEJA COMER CON LOS GRIEGOS: COSTA-GRAVAS
Yo tenía una máquina de atravesar sombras chinescas y la vendí a uno del monasterio. No me importaban los artefactos, la salinidad de mi cuerpo era peor. Me escondía en un barril de cervezas hasta que mi hermana, una jesuita, escogiera víctimas pequeñas, víctimas para derruir. Éramos una familia flotante, sin otra moldura que las placas policiales de papá. Yo vendía una máquina de atravesar sombras chinescas, y uno, enceguecido, compraba.
LA ÚLTIMA CENA
Tomás Gutiérrez Alea
Palabras que significan encerrar las máscaras, revivirlas.
El síntoma de país, colina en la burbuja de misas africanas para que nadie me mate antes de que me maten.
Nadie.
El rodeado por las moscas de Judas, el que dice esta es mi perdición, no se sumerjan en ella.
Un arrullo de mártir que no importa, sólo oscila la puerta del mito, la recorre.
Despreciando la carne, agrietas tras la carroña el inevitable esplendor de la huida. Todas las huidas.
SUITE HABANA
Fernando Pérez
Me llamaban para perdonar y no estaba me llamaban para ser otro y justificaba asuntos de esgrima me llamaban para estar alerta entonces.
Hiervo mi búsqueda del oro con una enfermedad de proletario con la piel de verdugo un cuajo de ley que no me salva que me derrite.
Lo superior no era sumergirme de un lado a otro de la cuneta sumergirme en lo superior de un lado a otro de la cuneta.
En esa estábamos a pesar de la docilidad que una trampa era sólo una trampa más de cualquier murmullo más de la partición.
Mi cabeza sin nada de que arrepentirme sin nada para creerme lo contrario.
EL CIELO SOBRE WIM WENDERS
1
Husmeo, husmeo como movedizo a la luz del verano,
husmeo.
Como un condenado.
No perteneces a las parábasis de los reyes del oro.
No perteneces a héroes sumergidos.
No perteneces al inválido que regresará.
Husmeo, husmeo el olor de la tormenta fingida.
Husmeo.
La ceniza en la botella de vodka.
Un monstruo que hace muecas.
Sin un fulgor.
Sin cortejar las regiones del gris,
hechas sangre de los almirantes fúnebres.
Husmeo, las doscientas millas de carroña,
husmeo y soplo dentro de las cerezas.
Gusanos póstumos.
El alma haraposa.
2
Vivir con la mirada en la pantalla.
Estar suspendido por las piadosas puntas de una cámara sinuosa, la cámara de Pare Lorentz en un río de Virginia, un río de botellas de whisky y de heridos en la corriente. Un río melodioso y oscuro.
3
Miro cerca de mí y te veo: una anciana que bebe varias cervezas y sólo espera que el día no sea más que chupar una noche fría. Un pescador sombrío en una tienda de bebidas, con la picadura de su tabaco apilada y húmeda. Una puta mareada por el sol y el perfume de los desconocidos. Te veo, no puedes verme. Yo soy lo inmediato, y lo inmediato siempre es invisible. Camino con una ligera tragedia: yo soy quien suprime todas las distancias, y si me alejo lo demás se aleja. Si desaparezco, todo desaparece.