te alejas de los nombres
que hilan el silencio de las cosas
Alejandra Pizarnik
Varne arde en llamas. Lo tórrido aquí se contempla, se palpa. ¿Dónde comienzan las tribulaciones? Varne es una ciudad, pero también es un cuerpo que rezuma una enorme tristeza. Ha muerto el rey Soha II Araben. Silencio. Kiandra, su hija, sonríe mientras asume el imperio. Silencio. Nede, su hermano, ha muerto (¿asesinado?). Silencio. ¿Cuál es la retórica de la ciudad? Silencio.
La venganza. Kiandra tiene las manos y el corazón de hierro. Kiandra, el odio, el calor, la ciudad que se apaga, una sola voz, una sola tristeza repartida. Las migajas de la soledad pueden ser el pan de cada día. ¿Quién opera los tentáculos de la venganza? ¿Orsini, Abu, Harune, Ulm, Maie, Oma, Kiandra? La ciudad arde en altas llamas, hasta que, en la más oscura de las noches, parece una nefasta antorcha entre casas y cuerpos. Y una lágrima y una espera.
Los años del silencio (Editorial Dilatando Mentes), de Elaine Vilar Madruga, es una novela de renovado lenguaje. No las vetustas y manidas sintaxis para describir el pasado (o un pasado ficcional), sino la comunión de nuevas estructuras para decir y describir la circunstancia social de la ciudad cadáver, Varne, y todo cuanto en ella se relaciona.
Elaine Vilar Madruga nos presenta a cada personaje, los deja ser en sus diálogos: tienen su espacio de expresión, su crecimiento. De manera que podemos ver el desarrollo de cada uno, sus lealtades, sus identidades resquebrajadas por las constantes amenazas. Entonces, la autora ve una ciudad, nos cuenta sus desafueros, la triste caída, los miasmas: la narración sin fatigas. No hay grandes abalorios, sino detalles, miles de detalles que han de atenderse para conformar el mapa de asombros que es Varne y sus habitantes.
¿Y Kiandra? ¿Serán pírricos sus triunfos? Kiandra tiene una voz única en esta novela: un personaje a la altura de Lady Macbeth: absoluto, mordaz, y circunscrita a una relación bastante personal con la venganza. Kiandra madura, se quema las manos, ríe y llora. Pero jamás olvida la venganza, ni el silencio. En ella se somatizan los deseos de gobernar, contemplar, matar. Kiandra tirana. Kiandra se parece a su ciudad.
En el aire de Varne crujen nuestras voces. Los muertos hemos encontrado el perfecto vehículo para cantar nuestras profecías. Es imposible no escuchar, Kiandara. El aire te persigue. ¿Cómo podrías impedir que el aire corra tras tus pasos si es la sustancia de la vida? No existir dentro de la ciudad del silencio, tampoco fuera. Observamos asombrados cada episodio como si fueran parte de una pecera enorme, y, como Maie, asistimos a la tortura de la luz sobre los ojos que no ven, y al silencio como muerte y redención.
Harune es otro personaje inmenso, indestructible. Es un fantasma y será un silente actor, de grandes ruidos. Harune parece un espejo, pero tiene tonos aún que le pertenecen, los recuerdos, su abuelo, su mujer, los recuerdos son esas pústulas que ni el polvo de arroz puede ocultar.
Harune, la Ciudad del Silencio te da escalofríos pero obedeces a la reina, la sigues sin quejarte. Este aspecto macabro, esta ceremonia, este comulgar con sus muertos, forma parte del personaje que pronto habrás de representar para siempre.
¿Quién será Harune para Los años del silencio, qué eternizará?
Se apaga la ciudad. Kiandra teme. ¿Puede lo absoluto romperse? La muerte. La venganza. El asedio. Los gritos. El reflejo. La tristeza de las cosas puestas al descuido. El amor.
Aquí todos hablan la misma lengua. Siente el ruido. Eso se llama silencio. Los años del silencio, de Elaine Vilar Madruga.
Escucha.
Humedades de Cárdenas, mayo 2020.