BOMBEROS
El camión llegó al lugar del incendio minutos después de haberse recibido el aviso en el cuartel. Los bomberos, con admirable prontitud, saltaron del vehículo y, tras evaluar de un vistazo la situación, procedieron a palmearse la espalda, abrazarse y felicitarse unos a otros por la rapidez que habían logrado desplegar, pues, obviamente, el incendio apenas comenzaba.
Entonces, cada uno de ellos ocupó su puesto sin perder un segundo: hombro con hombro, cómodamente sentados en la acera frente al edificio en llamas, se dispusieron a contemplar, desde su posición privilegiada, el majestuoso espectáculo del fuego devorándolo todo.
DRIVE SAFELY
El último conductor apagó el motor y bajó del auto. Las tarjas conmemorativas a los muertos en accidentes de tránsito, que al principio solo había visto a ratos en separadores y aceras, ahora bloqueaban el paso, enfrente y ambos lados de la autopista, dejando la reversa como única posibilidad. Quiso seguir el camino a pie, por entre el mar de tarjas, pero al acercarse a estas, descubrió el mismo nombre en todas las que su vista alcanzaba a leer. Bajo la inscripción DRIVE SAFELY —In memory of—, su nombre.
JE LAGE
A las diez de la mañana, bajo las ruinas del Teatro Céspedes, en la esquina de la calle del mismo nombre con la calle Martí. Una muchacha con aire de modelo, muy bien maquillada y con un vestido de textura volátil / vestido rosa atravesado por ojos de pavorreal, custodia un balón de gas.
Por momentos, la modelo y su vestido son lo único que tiene color aquí, como un efecto de Photoshop. La gente se va aglomerando para mirar. Tenemos una chica sexy, un objeto ambiguamente letal y una situación fotográfica, que la muchacha rompe de un tirón cuando saca de alguna parte un creyón de labios y afirma que ahora es cuando esto se va a poner bueno de verdad.