Site icon ISLIADA: Portal de Literatura Contemporánea

Bitácora del sujeto ausente

Portada del libro: Bitácora del sujeto ausente

MEMENTO MORI

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Cesare Pavese

Nace la noche
y el pájaro
no hace más que decirme:
Ha llegado la aurora.
Mañana moriré.
Pero, no obstante
quiero acostarme y soñar que estoy muriendo.
Así la Muerte no será literal.

Cuando estoy dormida soy un cuerpo exánime,
brusco y gentil,
acogedor y árido.

Sé que la Muerte no puede penetrar en los cuerpos dormidos
porque están como muertos
y tienen los ojos clausurados.

Si el que va a morir no ve a la Muerte,
la Muerte no existe para él
y tiene que conformarse con el pájaro,
que tiene los horarios invertidos.

INVENTARIO

Cuando uno tiene dos brazos y la noción de lo que puede hacer con ellos
da igual si los otros piensan que es imposible.
Uno coge su brazo derecho y se lo amarra al hombro,
y lo mueve, y aprende a dominarlo.
Uno coge su brazo izquierdo y también se lo encaja…,
entonces sucede lo de siempre:
los brazos aprenden a aplaudir, a ayudar,
a coger, a soltar, a todo.
Y uno, de golpe, se descubre un día abrazando.

Cuando uno tiene dos pies y la noción de lo que puede hacer con ellos,
una idea vaga al menos, uno se siente bien.
Y se comienza a caminar hacia un punto,
incluso, a correr.
Uno sabe cuándo arrodillarse y cuándo levantarse.
Uno con dos pies se siente dichoso.

Cuando uno tiene dos ojos, dos orejas, una lengua, una nariz;
ya uno sabe que no hay secreto que se le escape.

Cuando uno tiene cerebro
uno comprende que pensar es una buena opción
para pasar el tiempo.

Pero, cuando uno tiene corazón,
a veces no se tiene la conciencia de lo que se puede
hacer con él.

Uno incluso puede no tener ni brazos ni piernas,
ojos, orejas, lengua o nariz
—claro, esperamos que algo le haya tocado—
y, no obstante, ser feliz.

Cuando uno aprende a utilizar su corazón,
cuando se le utiliza
ya no para lo correcto como lección moralista
sino para algo internamente justificado,
uno sonríe.

Y créame:
da igual si uno tiene dientes o no.

CÓDIGO CIVIL

Las malditas expectativas te recogen.
Te talan, te circundan, te hipnotizan.
Te revuelcan por la arena, te desangran.
No lo esperes más, cariño.
Nunca pasa.
Y, cuando pasa,
no es el momento ni el lugar,
o sea, es intrascendente.
Y si tus expectativas son trascendentes,
Terminarás revolcado en la arena.
Corrijo: revolcada.

Acuño que las expectativas son,
por estamento,
un problema genérico.

LITORALIDAD

La maldita circunstancia del agua por todas partes.
Virgilio Piñera

Lo grandioso del mar
no es solo que exista rodeando la Isla,
sino que uno sabe que, en ocasiones,
puede ir y mojarse los pies,
o meter de lleno la cabeza,
y las dudas.

Lo grandioso del mar está más allá de ser inmenso,
—más bien, que sea inmenso es un dato casi insignificante—.
Lo que importa realmente es que, cuando quieres llorar
él intenta disimularte las lágrimas.

Lo grandioso del mar no está en que sepa
reflejar el azul tan bien como lo hace.
Lo grandioso está en que, en mis manos,
se escurre transparente y sin pretextos.

Lo grandioso del mar no es que de él
haya surgido la vida,
ni que nos haya regalado la vida del pez, el protista,
la iguana, la de Laura, o la mía.
Lo grandioso está en que yo sé
que el día que me canse
puedo ir y devolverle su regalo.
Incluso, llevarle al gato de propina.

DADA

¿Y si esto que hoy vivo es el pasado?
¿Y si mañana amanezco siendo niña?
Me duelen demasiado los testículos que llevo
en el sostén
—que sirven de sostén, además, en ciertas charlas—
Me río.

Cuando cae la noche, siento el poder saboteador de una pupila
que intenta ser cortés con la izquierda del partido.
Intenta ser agradecida y justa.
Aunque, por supuesto,
si le dieran a escoger,
preferiría ser verde.

Hoy no voy a caminar por tu entrepierna.
Las ardillas de mi pecho se han quedado quietas.
Y, por no despertarlas,
emancipo la niñez
clavándome tu sexo en la pupila.

DESNUDA Y CON SOMBRILLA

Tú, desnuda y con sombrilla.
Silvio Rodríguez

¡Pero qué ganas de vivir la vida!
Desnuda.
Con sombrilla.
Estrafalaria.
Con sueños de madera y de cicuta.
Con perros, con lombrices, con pescados.

Muero de ganas de cerrar los ojos
en el momento de las confesiones.
Con diez años de menos y una risa
no hubiese permitido que Dios me abandonara.

Estoy sola sin embargo, deambulando.
Desnuda y con sombrilla por si llueve.
Ese es mi modo de vivir la vida.

DESNUDA Y SIN SOMBRILLA

Cuando la carne roza el paroxismo,
cuando se erizan los dientes y la boca,
cuando no anochece los lunes ni los jueves,
descubro que tú faltas.
Y que es irreversible.

¿Qué hacer entonces con mis manos,
huesudas, roñosas, despiadadas?
¿Qué hacer con mi cuerpo traslúcido y mojado?
¿Qué hacer con mi ego de fortaleza falsa?
No aguanto.
Y, aunque creas que es mediocre pensarlo de reojo,
no encuentro otra manera…
Para decir «te quiero» oblicuamente.
Ni siquiera es tan fácil como decir «te quiero»
Es azulado como el atardecer
cuando llueve en tu cuarto.
Te deseo.
Eso sí, sin preámbulos mayores, ni aretes, ni sangrías.
Desnuda.
E incluso… sin sombrilla.

DIETA

No es personal, pudieras inclusive ser un pollo,
un conejo, un caballo, y sería grandioso;
pero un pescado no, porque me hace daño.

ALMACÉN

Hay días en que te sientes tan triste
que llegas a pensar que es posible
meter los sueños en un pomo
y guardarlos para mañana.

Hay días en que crees a la tristeza
mayor que la osadía
y la ves,
insondable y abatida,
como salida de un pomo destapado.

¿Sabes? La culpa es tuya.
Individualmente tuya.
Por haber querido
almacenar los sueños
en un pomo de tristezas.

Libros

Exit mobile version