EL DURO OFICIO
Duro el oficio del cristal quebrado alimentar la hora
remover heno y polvo causa tanto sinsentido barruntar
morder el hierro suave dar la vuelta rodear el abrazo
del perdurable pocas cosas convergen luego de veinte años
su domestiquez su rutina a ritmo de pie derecho sobre
pie izquierdo arde la habitación contrae tu nombre
para que se deslice desde el patio del mango al grano de arena
contrae la sagrada norma el infante la millonésima partícula
entre agua y nosotros el aperitivo en el bosque la boca deshecha
hurga tu apellido avalancha el suero de la mirada miserable
pide un peinazo en los cabellos del tiempo por favor
un peinazo hay aquí una aguja despierta hace punto zigzag
equilibrio en la marca hay un perro paseador una víbora
milenaria asoma su lengua entre las trigonométricas figuras
veo un índice correr hasta el permiso del pezón
una yema cortada por la hoja una sanguínea brevedad en la uña
cuantas cuantas veces volveremos a ser la picadura
dices que lo pendiente puede ser duradero y la amenaza
cae como perla fría sobre mi sien corresponder al adhesivo ciclo
se hace doloroso por eso duermen los gigantes meses mientras
sucede una visita desesperada y la siguiente moneda cambio
cambio el duro oficio del cristal quebrado por una sola hora
lejos de la pirámide y la hez.
BALADA DE JULIA
I
Salí del borde del mismísimo a punta de central y bagacillo
acaricié dominé la ciudad puse orden sobre campanarios
y árboles crecidos de revés o viceversa un dedo en la saeta
ortodoxa hice equilibrio como ritual amoroso como sobrevivir
como creerse fértil lanzada fui del fondo a la dinámica
plenitud del elegido del tablero grande al tablero pequeño
de la bola de cristal a la bola de fango una marcada
ausencia de rumiantes encontré en el paisaje pero cualquier
buen hijo sin nada que perder asumió la encomienda
entrar en el aroma del plátano que verde se consume
el canto del dorado líquido el pan de madrugada
no hay bar que no conozca esquina donde no sepa vivir
supe de aquella que trozaron de un perfecto machetazo
limpio como seguro no hay dos transparente adornado
rabioso de hombre a mujer que grita y se maldice
de mujer a hombre que no consiente rival ella la mano vendía
dulces a la entrada de casa al término de la mudez infante
yendo estuve del sonido oscuro a la bisiesta pieza
en ordenanza de pedal movimiento hueso repetido
danzón compás ritmo del pubis nada permanece quieto
nada se silencia una canción bailé sobre los parques y la rueda
como si el piano fuese barca de salvamento estuve viva
al despertar el corte heredera de todos los rituales crucé cuanta
ciudad tuve delante un flujo de nostalgia arrastra debilidades
predilecciones de una latitud a otra de una cicuta a otra
esconderse en el nombre querer vivir en un país espléndido
alcanzar la bahía predestinada salvado aquél que pueda
mentir con elegante fuerza enseñar a sus hijos en qué consisten
la bondad el color la piel inoportuna al borde
borde de la cuerda tensa del contrabajo gemidor
si te contara si te hablara mi rostro verdadero de Inés y no de Julia.
II
Vigorosas figuras no pude alcanzarlas dejar conmigo
esas partículas atesoradas por un cuerpo mientras la noche
inexorable cae balbucir de botones en la tarde
anuncian reciprocidad y sacrificio el solitario lince
dibuja la silueta de luz paso sobre el borboteo simulador
sobre el reclamo que no cesa tu lengua he visto en otra
lengua aventajada pecaminosa ella en nuevo lance
grita tú la primera no volverás al centro reluciente
un centro reluciente es un adverbio es una trunca enciclopedia
es un pasaje no sé otro idioma que tus ojos sin ver
contornos en la niebla partirán de la niebla o tus dedos
de largo convencida la trampa letras solo letras entre nosotros
entre la isleña médula y tu también isleña exigua
dolorosa memoria de otra isla dónde estás
por qué estamos tan lejos a dónde fuiste a dar
una pregunta horada el fondo reluciente
reconstruir la adolescencia no me sirve
no me sirve de nada practico ese dudoso sino
de los que tarde llegan y que tarde reciben
amolador de laberintos aforismo para café con leche
pido un orificio de salida y entrada colonia de violetas
sobre el orín y su peldaño reconocer las gotas al caer
las unas las terceras acicalar el cuerpo con agua un jarro
agua del último día y la calle a las once recto llegas al mar
saludo es una lengua que baila sal en tu piel hará
que pique el viento cuando benditos e invitados chupen
figuras aquí tienes del triste litoral a la madeja tipográfica
alguna habló del hijo siguió de largo
justa suerte nos libre del tendón lastimado.
III
Las horas dulces
Miro a los hombres en sus horas dulces entregados vencer
traficar su rutina bajo el puente tentar alevosía pongo mi
cabeza sobre el dedo que lanza paseo una calle impúdica
miro a los hombres en sus horas me atrevo a devolverles
hacer una mentira allá en la noche lenta qué te pedí -y yo-
qué te pedí sonríe la nostalgia con su buche de seda
si sumergida como está en la nada te atreves a tocarle
comprensión comprensión total abismo del ausente
ay amargura de los dedos belleza que trasciende
quema así de frágil concilios y virutas dónde va la querencia
sécame seca el polvo conserva lugar frágil
vuelve los ojos detrás de tu cabeza nunca sabrás
si fueron o murieron mi vida zarandea hace su gárgara
nada en una isla que mece el infinito ahora sabré que puedo
protegerles amarles entregar olvidar rechazar sin patético esfuerzo
porque odias lo patético amordazar el tul perfecto mamífero
de grupo —los hombres las prefieren— rumba rumba
tocas ese tambor y en dos por tres van las cuchillas a bolina
tarde se ofrece el músculo a la materia inteligente
porque mirarles duele o enriquece la gruta el amasijo
parábola del ansioso viajero dónde caerán las horas dulces
aglutinar aquí sacar bandera saludar como desfile en plaza
mirar miembros que antaño no quise dejar a mis amigos
ellos marcharon a ese sitio infinito donde el lejano se cobija
no quise saber de la nostalgia y la nostalgia me persiguió
como una fiera hosca no quise saber del afecto
para no lamentar su pérdida y el deseo me circundaba
babeante mutilado no quise hundir mis manos en la arena
y la playa fue inmensa y lo cubrió todo.
IV
Era pequeño muy pequeño el verdugo pensé con él
aprendería cosas las suficientes para abandonar
un amigo por otro enemistarles qué haces con mi mujer
yo como una vaca en medio merodeo en el prado
de sus deseos me siento a verles pasar mastico sus lujurias
la felicidad se parece a una vaca yo tranquila
toda la hierba fresca a mi disposición sus ropas
caídas como sacos sus agresivos verbos de disputar
a una mujer es pequeña toda esta idea muy pequeña
para el transitorio universo lo mejor fue abandonarles
ninguno concebía voluntad suficiente a veces sólo se necesita eso
llegar a lugar propio encontrar calor y un buen par de brazos
recibiéndote una mirada aprobatoria las miradas se cansan
también los brazos van quedándose vacíos será difícil
mantener la fantasía ellos están allí espolvorean sobre listones
de madera pulida mientras lo trascendente sobrevive
mecido al viento en una silla de esperar.
LA LARGA FILA
Porque la empuñadura clara despierta en momentos
punzantes el animal que somos sale a gritar por una ruta
lastimada ¿oyes ese silábico gemido? es el permiso
de las voces que escuchan en toda mi existencia no he hecho
otra cosa que seguir la larga fila así viví mi muerte
bajo la tarde austral de noviembre sin que nadie en mi pueblo
lo supiera vi al minero cantarle a su hijo a la mujer que seduce
con la garganta abierta al anciano mentir como si contara
una historia diferente me vi en el reflejo bacará de un cristal
en Honduras cuando la noche manaba del vino y la grandeza
de la sangre vi el brazo derecho deshacer malabares ante la
velocidad de los hombres la tormenta a punto de tragar
una montaña y los camiones y la selva saludar el relámpago
vi una ciudad desde la nube y confundí su nombre
con la región dentro de mi vi la calle más larga y más tranquila
extender su tristeza mientras lo ineludible nos golpeaba
vi pasar una pareja agonizar besarse sobre neón y caucho
vi el número tres el número cero el número nueve caer
sobre la ceniza del petróleo vi la mentira y la verdad sonreír
en la fachada quieta del libro que no quise llevar
al extranjero reconocerse fingidor y vecino al vecino dudar
del extranjero vi el cabello largo el cabello sin máculas el cabello
orgulloso el cabello y su raíz revolotear por encima
de la tradición y los años vi al recién llegado de la metralla
comenzar a vivir a costa de ello y escribirlo en mayúsculas
en el borde del Prado a escasos metros de Picasso y Duchamp
vi al hombre caminar a muchos hombres caminar uno
al lado del otro sin dirigir una palabra al prójimo vi la mirada
sin mirar la mirada vacía sobrevolar el inmediato hombro
avanzar al ególatra vi la arteria de la magnífica costura
el perfecto color del algodón y la filigrana el talismán
del hindú sobresalir bajo su túnica y al consejero
regatear su nombre haciéndole feliz vi al hippie que cediera
su taxi a dos mujeres de la madrugada y el tren
vi el castigo y el frío en un baño del metro un colmillo
colgar del horizonte con la esperanza del siguiente mes
vi la puerta caer bajo el disparo familiar del credo
vi tus ojos y vi tu sexo todos esos días y todas esas noches
tu sexo repetido en el golpe del que siempre regresa
del que negó su última lengua desastrosa del que partió
y no volvió nunca del que armónicamente menudea
su patria y su palabra tu sexo en ademanes de dieciocho
luego en la hora de cuarenta tu sexo celebrado tu sexo de maíz
desgranar el amarillo pétalo de octubre oh el grito
que se levanta y sufre se arrodilla y celebra y vuelve a caer
redondo de una sentencia a otra vi el alcohol y la hierba titilantes
salir a buscarme en la mirada de los otros la encía de los otros
el soliloquio de los otros vi la sombra del ojo la fiera
dentro del ámbar del azúcar el hielo que rompe la fila la boca
vi una boca sin labios abecedaria gruesa convicta
nauseabunda tibia hasta el último diente.
En toda mi existencia no hice otra cosa que seguir
la larga fila prender del anterior el próximo valer su cuello
el pie nuca sin habla uno tras otro en fila india fila americana
fila cortante amarrado uno al otro fijo al miedo la acción
la palabra que vigila olvidar el deseo amanerar la historia
ser el que vuelve con su mazo el que no marcha nunca
ir y volver irse constantemente no estar en ningún sitio
no quedar no pertenecer el gran país del pan silba
en mis dientes desde la dura olla hasta el lago de fuego
desde el nahual de oro a la tortuga no quedar no permanecer
no hacer sitio ir y volver a dónde de
el asentamiento de tus ideas está en tus pies
el asentamiento de tus pies en la memoria.
KODAC
Llama para saber si puedo masajear sus pies esta noche
si hay espacio disponible a mi lado
llama y saborea el buen alcohol traído de otro sitio
piensa que puede calentarnos más que cualquier palabra
llama para sorber antes que ningún otro ese olor
extranjero de mi ropa
hay un poeta esquizofrénico que me persigue
un día remite mensajes ofensivos quince después
me felicita y se disculpa al encontrar mi nombre
en un página hay una llamada telefónica capaz de flexionar
el huso horario y picaditas las extremidades entran al orificio
del teléfono mientras la gata escucha yo soy la gata
y lamo con lengua de ciruelo ese fragmento que cincela tu voz
crecen los brazos y las piernas latido medusa de un hotel
donde una cámara alquila el grito de mi vientre
hay un recorrido que busco un límite que persigo
un nombre que no puedo evadir circular dentellada me envejece
el doloroso mar por medio siempre en una certera bocanada
pienso en aquél hombre que devoré utilizaba para ello
su memoria de mi le fui engullendo poco a poco sin necesidad
de abrir las piernas cuando llegó el justo momento vino solo
hasta mi y las acarició y convenció sin pronunciar palabra
pienso que no hay amantes perfectos sino circunstancias precisas
bailemos bailamos en el metro llevo sonrisa de inmigrante
mirada de inmigrante pisada de inmigrante tú me sostienes
has llegado primero ahora danzamos en obediente caldo
los tres somos los tres en esta mesa al centro de una elegida
descendencia lavar los pies la tarde el esquimal sin prisa
el dueño de hace siete años brinda su mentira mejor
la casa invita sonríes para mi en este barrio pulsas el gatillo
repetidas veces pulso tu pierna bajo la mesa
ese él que conozco ha sido mutilado por la mano del adiós
era antes cuando la dentadura de marfil alisaba
simulacros del campo antes cuando su movimiento me seguía
hora por hora mirada por mirada de pronto aquél ajeno corazón
se acerca hace señas con honradez de joven
hace que yo detenga el tardío paso lanza colmillo y carne
bosques de pasajeros delirantes eso he visto en tus ojos
vagones que nadie intenta detener estás ahí cielo estás ahí
no fue desastroso para mi no fue desastroso cada cierto tiempo
la herida muestra su porción terracota y el órgano sediento
le recibe pero estás desnudo para mi siempre estarás desnudo
estoy gastada para hablar de actitudes a cambio escribo un poema
dilatado y extenso donde lamento la fragilidad de mis amigos
el delicado espacio para sostenerles dice Águila de Oro
en caracteres chinos en lo alto del paisaje duerme una colina
en lo alto de la colina la fronda de un árbol da certeza a las palabras
dibujo una senda a la izquierda de la colina por donde
ascender y descender cada día todas las palabras quedan
bajo el árbol mis amigos también
escribo un poema dilatado y extenso el único propósito
despojarme de aquello demasiado pesado
aquello que ocupa un espacio innecesario tengo hambre
mi hija fiebre veo pasar desnudos caballos ante la ventana
aleja el artificio que nos duele blanda lengua causa
demasiadas verdades somos viejos aliados
te haré un retrato una nublada tarde ante el triángulo de luz
que se escapa mirarás ambas fotos no sabrás quienes fuimos
he padecido el mimo de la nostalgia el lengüetazo
de la fiesta y la sombra algunos grados bajo cero
el cero significa mi fortaleza definitiva tu no ser significa
la palpación del cero y tener no tener significa que no soy un país
sino una piedra lastimada que rueda imágenes claqueta
frías obscenidades para atraer nombre al retablo
confianza en el lente que tu boca dispara
en la convergencia del dedo procaz
confianza en la palabra
solo en la palabra hecha por ti.