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Autores cubanos desde La Octava Isla

Libro de Legna Rodríguez Iglesias

Para los que echamos de menos que las editoriales foráneas no se interesen por otros autores cubanos que no sean Pedro Juan Gutiérrez, Zoe Valdés y Leonardo Padura, enterarse de la labor, ya sostenida en el tiempo, por la española Ediciones La Palma a favor de la literatura de la isla grande del Caribe, es una situación muy grata.

En los últimos meses, Isliada ha tenido mucho contacto electrónico con Ignacio Rodríguez, representante de esa editorial radicada en Madrid, y él nos ha puesto en conocimiento de la más reciente Colección Cuba (identificada en página de internet como La Octava Isla) y sus nuevas publicaciones, así como de fructíferas ediciones anteriores y venideras.

Cabe empezar por lo último de lo último, el lanzamiento más fresquito, de septiembre pasado, cuando en un esfuerzo conjunto entre La Palma y Colección G vio la luz No sabe/No contesta, nuevo libro de Legna Rodríguez Iglesias, la autora que en 2011 obtuviera el Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar. Según la apasionada nota de contraportada se trata de “un libro neurótico. De hospital. Sus 15 historias son para perder el juicio”. También se le califica de “libro promiscuo”, por la imposibilidad de encasillarlo en las etiquetas al uso de “cuentos”, “novela”’ o “poemario”.

No es la primera vez que Legna pasa por el catálogo de este proyecto, ni tampoco el primer volumen salido de este esfuerzo combinado. Pues a este volumen 1 le antecedió un número 0, la antología recopilada por Gilberto Padilla y titulada Diez narradores cubanos que no son Pedro Juan Gutiérrez, Zoe Valdés y Leonardo Padura ni…, donde además de la autora nacida en Camagüey, 1984, se incluyó a otros escritores  actuales, y ya multipremiados en certámenes nacionales, de los conocidos dentro de la Generación 0, como Ahmel Echevarría, Jorge E. Lage y Raúl Flores.

Desde febrero de 2014, durante la Feria Internacional del Libro de La Habana, la autóctona Colección G (desprendimiento de la Editorial Cajachina del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso) había pactado este hermanamiento con el sello madrileño para la impresión y distribución en España de esta colección que se sumaría a la Colección Cuba, su predecesora dentro de Ediciones La Palma.

El romance de La Palma con la literatura cubana comenzó, en verdad, desde 1994, cuando su colección Archipiélago publicó una antología de la creación poética cubana en la década del 80 (integraba a autores como Víctor Fowler, Atilio Caballero, Sigfrido Ariel, Antonio José Ponte y Sonia Díaz Corrales). Más tarde, en 1997, fue dentro de la colección Ojo Inmundo que salió Toda esa gente solitaria. 18 cuentos cubanos sobre el sida, un volumen en el que participaron Alexis Díaz Pimienta, Ronaldo Menéndez y Yoss, entre otros.

Ese mismo año acogió la salida del poemario Escrito para borrar. Cuaderno de playa, de Orlando González Esteva; y detrás han conseguido espacio más poetas: Soleida Ríos (El libro roto. Poesía incompleta y desunida , 2003), y Lorenzo García Vega (Erogando trizas donde gotas de lo vario pinto, en 2011, poco antes de su muerte).

Ya en 2013 toma cuerpo la idea de crear una Colección Cuba, cuyo primer lanzamiento sería el Mural de poesía cubana, en 2015, que abarca desde los orígenes hasta el momento vanguardista de esa expresión en la isla y fue coordinado por un experto del nivel de Virgilio López Lemus.

La última apuesta de Colección Cuba está todavía en imprenta y será Cuba: memoria y desolvido, nada menos que una selección de crónicas periodísticas desde el primer viaje de Colón a Cuba hasta la segunda mitad del siglo XX cubano, con textos alegóricos al origen del ferrocarril en Cuba, la memoria de los cines de pueblo, el ajiaco, la toma de La Habana por los ingleses… Quien fraguó ese libro es José Antonio Michelena y cuenta con el sabor adicional de una introducción escrita por el recién galardonado con el Premio Princesa de Asturias, Leonardo Padura.

Puestos al corriente de esta andadura amable y quijotesca de La Palma por los caminos de la literatura cubana, que pareciera contradecir al desdén por nuestras letras mencionado al inicio, sólo resta animarlos a regresar a la rebeldía de Legna Rodríguez y emprender la lectura de No sabe/No contesta.

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