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Aterrizaje forzoso

Aterrizaje forzoso - Sarko Medina Hinojosa - Narrativa

Aterrizaje forzoso - Sarko Medina Hinojosa - Narrativa

ATERRIZAJE FORZOSO

Debe ser que el asfalto quema a la una de la tarde, mientras hago cola para entrar al banco. 

Que mi respiración me envenena la mente con ideas de falta de oxígeno.

Y estoy seguro que es el cansancio en mis huesos, mi piel arrugada, esos desvelos a las seis de la tarde. 

Todo debe juntarse para que me sienta un monolito de piedra antiguo, que se va cayendo por el tiempo, descascarándose, borrándose los dibujos cincelados, olvidándose su utilidad. Porque allí estoy, mirando desde arriba, viéndome en el asfalto, lleno de calor y gritos de ambulancia, mientras me elevo como un fuego sagrado y ancestral… Hasta que me empuja el de atrás para que siga avanzando. 

Algún día será.

EL CONDIMENTO 

Sabía horrible. “Debí comer sano”, pensaba mientras echaba más comino a su pierna.

BUENOS DESEOS

—Repite cien veces: nunca más pegaré a mi esposa. 

El hombre gritaba de dolor, recitando sin detenerse. Su hija, luego de frotar la lámpara, pidió ser poderosa e indestructible, una casa, que mamá se curara del cáncer. Los demás deseos los estaba cumpliendo sola con su navaja.      

EL DISTANCIAMIENTO FINAL

Los besos y abrazos fueron prohibidos, ante el surgimiento de nuevas cepas del virus en el desastroso 2023.

Para asegurarse que se cumpla la orden mundial, en muñecas van pulseras que detectan las cercanías y lanzan descargas eléctricas. En la cara, dos parches eléctricos cumplen igual función preventiva. Ni esposos tienen permitido rendirse caricias, solo simple conexión de gónadas si es necesario y bajo permiso especial. Los hijos no pueden abrazar a sus padres ni en el último aliento. Los recién nacidos aprenden de calor en las incubadoras.

Hay algunos casos de rebeldía, donde los parches y pulseras ensangrentadas quedan de prueba para la cárcel biológica. Muchos se arrepienten y son reinsertados a la sociedad de metro y medio de distancia. Pero, algunos reincidentes, murmuran entre sueños en sus celdas de burbujas aisladas, muy despacio y con dolor: “¡Valió la pena!”.

DEFINITIVA CONCLUSIÓN

—¿Sobreviví?

—No.

De este autor puede descargar libremente su libro Insólita realidad en el siguiente link: https://torredepapelediciones.com/insolita-realidad/

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