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Ana´s Poem

Poesía

Foto por Zagranyasha en Unsplash

Los rayos han destruido tu cuerpo.
La luz trastocó tus órganos y dejó una grieta negra
desde donde puedo ver la figura de un caballo
galopando sobre la pradera del veneno.
Madre, tiro de un carruaje sobre las flores
que vi soplar en la figura de tu rostro.
Dejaste a la muerte sentarse en mi cama,
nunca me leíste nada y antes de nacer
regalaste tus pechos.

De pequeño decidí no tocar tus huesos
ni dejarme cargar por ellos,
cuando supe que eran la empuñadura
de las primeras rosas de Asia.
Los muertos dicen cosas,
desde mi primer recuerdo
se ocultan en tu vientre y te peinan
y te buscan en secreto.
Debo confesarte que no veré mi rostro de viejo,
la belleza y fuerza de mis diecinueve años
han encontrado su gloria en el mes virgen de Junio.
Y ahora que me has olvidado
he venido a mojar tus manos
en el río que se abre
junto a mi casa.
Los contentos

No hay donde saborear nuestras migas.
Los bárbaros han husmeado el fondo de nuestros vasos,
beben de las cañerías rojas, agitan la sangre.
Al fin, la Asamblea, la choza Presidencial,
no son diferentes a las tiendas mongolas de Xanadú
y su civismo salvaje.
Los niños que juegan a los funerales;
la niñez es un juguete mordisqueado de plástico.
Tarde será pedir perdón
cuando el semen de la sórdida cogida
nos queme los labios.
País de muertos.
Hombres, somos un retrato en una pared de ciegos,
mujeres, campos vírgenes somos en una noche de monstruos,
un poema expulsado del disparo de una pistola.
No podemos caer al cielo ni ascender al infierno,
clase media.
El carcelero San Pedro se tragó la llave.
La cárcel es más cómoda,
ingenuos, invisibles, ángeles morenos.
Cuando muramos:
¿quién nacerá para pagar nuestra deuda?

ATTILA

Venderé mis diecisiete años
al mejor postor
como Attila se los vendió al diablo.
Que Dios me cuelgue
y me entierre si quiere,
como Attila se hundió en su corazón.
El polvo suspira el agua fresca,
el hambre se reclina tranquila sobre mi ropa
y si me estorba, me quitaré la corbata
y me arrancaré el cuello como Attila.
Algún día me iré a pasear en la rueda de un tren
por la noche.

Libros

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