A término
A TÉRMINO
Buscándote, Alma,
en un lugar donde nos mereciéramos
comí la muerte redonda
capitalismo y socialismo
la asquerosa imagen del aborto.
El cigarro y el herpes genital me los comí
como quien decide antes
el alimento que resulta más apetecible.
Pero los tragué
y voy comiéndome en ayunas
este camino árido y sus bestias,
los pregones y las espaldas quemadas,
la inmediatez de quedarme
en el silencio del padre y el hijo:
a término.
Y heme aquí
sin dignidad y sin comida,
sin novedades ni propósitos,
sin creer ya en el poeta que seré
cuando trituren mi aliento.
CÓDIGOS DOMÉSTICOS
Las blancas paredes se amontonan.
Gorriones hacen caer la cal
y estigmas de las vigas de madera.
Luz en el pizzicato de Leo Kitajima.
Una mujer seduce la sombra del arrastre
en su máquina de escribir
o grita.
Nada calma su voz, se torna abismo
cuando la noche penetra sus bemoles.
La casa era firme,
pero la fortaleza no lleva disección,
lentamente muere.
Quedo
mucho más desprovista de palabras,
retratos de polvo y corolarios
si el abismo bifurca en cuchillo ciego
lejos de Séfora y Eurídice.
El silencio no suele equivocarse
y estoy bajo su ala,
verdemente sola.
DRAMA DEL DÍA CERO
I
En el libro
se enervan filamentos de romero.
Una palabra detiene la guerra.
Un hombre vuelve a casa,
se hunde
y entre lignina, como un drama burgués,
reparte caligramas.
En lo que ha sido esbozo de Rembrandt
se escurren hijos cáusticos,
gotas de horror.
Dónde repara sobriedad la lógica
si hay una nube malva para el fuego
y otra de resiliencia crispándose…
Si donde ponen muérdagos
libélulas
clemátides
de un ser tan fugaz como el amor
renace, otra vez,
la guerra.
II
Si después de la guerra existe un día
no querrás igual
a la mujer de campo y acrílico
con bodas de soledad entre los dedos.
Nada queda ya…
sólo las ruinas de un viaje
donde las codornices abrazan el terruño
y la risa de mi padre es buena,
donde los delantales salvan entre los hombres
y las alubias saben a familia.
Si vieras con qué color se vierten
los efectos de mantener la cordura
amarías a los enfermos tanto como yo,
amarías la idea de Schopenhauer
donde todo sufrimiento se reduce
al círculo laico del molino.
Sólo así amaría el día cero,
aunque ya no quiera volver.
Mención en el Concurso Nacional Poesía de Amor 2023,Cienfuegos.
Anisley Fernández Díaz. Cienfuegos, 1992. Poeta.
Instructora de Literatura. Graduada de Medicina. Ha publicado los cuadernos Chelsea Hotel (Editorial Círculo Rojo, España, 2020) y La piel se pronuncia (Editorial Primigenios, EE. UU, 2022). Premio Poesía de Amor 2018. Finalista en la Duodécima Edición del Concurso Internacional de Poesía El mundo lleva alas (Miami, 2020). Ha colaborado como profesora de Teoría literaria y Preceptiva poética en el proyecto Laboratorio de Escritura “Encrucijada” a cargo de Elaine Vilar Madruga. Anfitriona del proyecto “Té Con Verso” en Centro Habana y la tertulia literaria Hojas al Viento en la Casa de Cultura Julián del Casal. Redactora en la Emisora Provincial Radio Ciudad del Mar en Cienfuegos.